Es mentira que no importa la fecha. Por otro lado, clima de año nuevo en la oficina, en los planes familiares y en algunos deseos (es una tontería, pero me gusta poder decirle "shaná tova").
A la tarde visito el parque centenario. De lo nuevo se destacan las rejas, la policía y la prohibición de pasear con perros alrededor del lago. (Por suerte, en privado) Más tarde, se me rompe un pantalón como una orden para renovarme (aunque ya basta de ir de compras) y me despido en un ataque de hipersensibilidad, con una sonrisa impresa en la piel. En el colectivo sólo quiero llorar. Me duele la panza pero el nudo sube a la garganta. En la clase de yoga no puedo moverme. Quiero volver a casa, y vuelvo. ¿Son las hormonas? ¿Es la neurosis? ¿Qué coño?
Empiezo a ordenar el desastre, me baño y todo empieza a recomponerse. Las flores están divinas, la casa queda a punto para el comienzo de la estación que es también un comienzo de año. Que todo sea lindo se vuelve una obsesión que disfruto. Pienso en septiembre como un mes bisagra, la ruptura y después el año de inestabilidad. En el medio, la mudanza. Es el mes del cumpleaños de Clara. El mes de la revista.
De una forma u otra, todas las piezas aparecen para que vuelva a acomodarlas.
(Para este año) Quisiera que la hiperactividad dispersa se concrete-concentre en proyectos realizados
(entre otras muchas cosas).
...viene a mojarse los pies a la luna...