No me di cuenta y se hizo de noche, pasó el día y no comí nada, sólo líquidos. Levantarme tempranísimo después de haber dormido poco, desayunar un mate cocido, después ir a tu casa y no tomar nada, hablamos una hora y me fui, otra vez me fui, o quizá ya me había ido. Llorar por la calle y que todos me miren me hace pensar que quizá ellos piensan que se murió alguien. Pensarán quién se le habrá muerto a esa chica. Si mi papá, un hermano o vos. Caminé hasta Plaza Vea. Compré papel para sonarme la nariz y el tipo no pensó si se me había muerto alguien. Prefirió creer que estaba resfríada y decirme estamos todos igual. No, tarado. No estamos todos igual. Pero mejor sí, claro, pagar y salir al locutorio para llamar a una amiga y pasar un rato por su casa. Un café, después una sopa, sólo líquidos y ahora un disparo en el estómago.
No me di cuenta y se hizo de noche, y se hizo domingo y otra vez domingo de despertarme temprano porque no dormís conmigo y entonces no duermo tranquila. Otra vez domingo de ir a buscarte pero esta vez para otra cosa. Porque en verdad no es hoy el primer domingo distinto. Y vos lo pensabas pero no dijiste nada y en cambio quisiste hacer las cosas bien.
Qué se yo qué harás ahora, cuál será el camino que recorrerá cada uno hasta volvernos el uno para el otro simplemente desconocidos.