Ayer, cuando decidí que pese a estar triste no iba a perder todo el día (alrededor de las tres de la tarde, un poco lentas mis decisiones, ¿no?) , me cargué la mochila de libros (los que quería leer y el que debía leer) y me fui a un café cerca de casa. Siempre pruebo con los cafés del boulevard Charcas, pero nunca estoy más de media hora: las chicas que toman sol y los hombres y mujeres que pasean al perro al final me molestan, y al aire libre no puedo leer. Así que esta vez intenté otra cosa y me fui a un bar nuevo, frente a la plaza Guadalupe, con muchas ventanas, luz y música linda. Me tomé un café helado (el Iced Capuccino de Nueva York que ayer sirvió para reconciliarme con la idea de soledad y recuperar algo de ese "extrañamiento" de viaje), me puse a leer un ensayo sobre "intimidad" que nos llegó a el intepretador y unos libros ad hoc sobre el mismo tema (kristeva, barthes, esa bibliografía básica de cualquier chica de letras que está triste).
La tristeza no pasó. Pero al menos no me quedé encerrada. Mi analista me carga porque yo estoy atenta a cualquier tipo de conducta para hacerme el autodiagnóstico (hija de psicoanalistas, qué se le va a hacer): si estuviera triste y me quedara encerrada en casa, durmiendo todo el día, me autodeterminaría "depresión". Y eso no. Me quedo con los síntomas pero nunca con los nombres de las enfermedades que escuché desde siempre nombrar en la mesa de mi hogar dulce hogar. Una cosa es ser "ansiosa" y querer tener "todo bajo control", y otra es tener un "trastorno obsesivo compulsivo". Todas estas cosas me sirven de rescate. Cuando creo que estoy por caer en tal o cual diagnóstico, hago un pequeño movimiento para correrme de ahí.
Habrá algo más obsesivo que esto, ¿finalmente?
PD (agregado post publicación -meta blog? je-): releo esto y me parece de tono bastante snob. personaje odioso: boulevard charcas, iced cappucino, psicoanálisis, chica de letras. Una combinación a la que sin duda le falta un poco de barro.
...viene a mojarse los pies a la luna...