Lolamaar

miércoles, octubre 04, 2006

 
Una noche alucinada, deseo suerte y cuando se me desprende el corset, siento los hilos desanudarse rozando la piel de mi espalda, omóplatos en relieve, algo se afloja en la cintura, los músculos dispuestos otra vez como antes, cómodos como siempre, hasta que desde la izquierda mirada de horror y desde la derecha sonrisa irónica. Percibo y apenas mi espalda se sabe desnuda los músculos se crispan y todo -aún sin volver a anudar- duele más que antes. Pido ayuda, me acomodo el corset, espero que el chico que me gusta no se haya dado cuenta del papelón o que simplemente le haya parecido sexy, y para olvidar el asunto y volver a bailar, me tomo un relajante, y otro, y más tarde otro más...
Bellas metáforas. Y si no, ¿la literatura qué?
Posible respuesta.
Una noche alucinada, nos encerramos en una casa porque en los bares ya no se puede fumar y todos se quejan, incluso yo me quejo, sociedad frígida digo, vamos siendo todos iguales, robotitos regulados. Volvemos a prácticas ya viejas, ¿demodé?, como si fuéramos revista de otro tiempo, reunión adentro porque afuera no se puede, cambian las normas pero siempre reprimen, aunque ahora todo parece más ligth. Nos reunimos adentro, digo, una noche alucinada, antes de volver y que se me desprenda el corset, porque entro y salgo de la fiesta, me acomodo la ropa, retoco el maquillaje, los relajantes y todo eso, pero antes en la reunión en la mesa de libros siempre el nombre de autor. El mismo autor en el mismo ambiente dos libros, novela y ensayo, omnipresente desde el trauma o la pena resignada. O concreto: desde los libros. ¿El autor como productor era? Preguntale. Seguro responde. A todos nos habla desde los sueños. A todos nos verá en los eventos que vienen. Por suerte en sueños yo resuelvo y me sale más barato.
Desnuda sin querer, con el autor que taladra la cabeza y con un manejo de la estrategia por el que no me contratarían para diseñar ningún plan de ataque, sigo derramando lágrimas por aquel que envía apenas un mail por semana desde un páramo casi olvidado, que hoy describe con exactitud las últimas escenas de Los puentes de Madison (ella está por abrir la puerta y tirarse de la camioneta del marido para huir con Robert, la cámara nos muestra su mano en la puerta, justo por abrir, la camioneta detenida en el semáforo en rojo y Robert detrás, también detenido. La mano en la manija, está por bajarse, semáforo en verde, arranca la camioneta y el pasado reciente se convierte en pasado añorado de por vida en una vida mediocre). Veo esas imágenes en mi memoria y recuerdo haberles pedido a mis padres que si tenían una historia así dejaran listos los papeles para que los hijos pudiéramos encontrarlos. Ambos dijeron que no, y hoy sé que quizá sea yo la que tenga que dejar los papeles bien guardados, sobrevivientes de todas las mudanzas y destacados entre los nuevos papeles y cartas, para que algún futuro hijo encuentre una buena historia que publicar.

Comments:
que belo es!
 
lola, si te veo en corset me muero,
debe quedarte increible,
vos sos TODA sexy.
 
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...viene a mojarse los pies a la luna...

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