No sabemos si es Santa Rosa pero llueve.
Me tiró de la lengua y terminé en un planteo que tomamos a la risa porque ya... Pero es que no, no entendés que yo nunca lo hubiera dicho, no de vergonzosa ni nada, sino porque no da, porque ya sé que es problema mío, y dale, espero que lo entiendas, porque esa pretensión mía obviamente no cabe en ningún lado y ya vi que no funciona. Estoy acá para aprender y mostrar. Todo bien, mañana vemos: lo creo, intento creerlo, por momentos sí.
Hoy es primero de mes y el último día de mi semana en casa, en vías de recuperación, cada día mejor. Un último día que me deja picando un fin de semana lleno de deseos producto de nuestro delirio y de los días en que no.
Si vemos películas juntos son siempre películas de esas que no debe ser fácil incorporar en mi curso de Estructuras Narrativas, o que deberían ser las únicas películas a estudiar. Esas que te hacen flashear y rogar a Dios que por favor un día se te caiga al menos una buena idea para poder hacer algo así o más bien distinto.
Se pasa el día y se nos hace la noche.
Por ahora más es mejor.
No sé cómo pero escucho un cuento en voz alta. Su modo de respetar la puntuación es de niño correcto y me enternece. Me estremece.
Tengo muchas pequeñas instantáneas del encierro de hoy. Con o sin lentes. De cerca o de lejos. Pensando mucho tiempo en eso y por momentos en otra cosa. Un tejido de complicidad que promete ser paño para abrigarnos mientras nos mojamos bajo la lluvia, mochilas pesadas, tintineo de miradas, gotas en la sonrisa.
Alucine los momentos en que se siente que sí.
...viene a mojarse los pies a la luna...