
Mucho mal humor, mucho. Uno intenta empezar bien el día, tener una mañana productiva, redactar uno de las dos ideas que se me ocurrieron en los últimos cinco días, trabajar bien, mandar los mails necesarios, cumplir con todos los pedidos, arreglar lo que hay que arreglar y sonreir frente a todo el mundo.
Pero que después de hacer todo bien, de cumplir con tiempos (querías las cosas el viernes, las tuviste el viernes en tu propia casa, envío de CD más mail para tontos explicandolo todo), me llamen para una reunión y me puteen justamente por no tener ese CD, es too much. Too much.
A ver: si me piden algo para un día y yo lo hago para ese día, la contraparte ¿no tendría (al menos) que ver el material y si no callarse la boca?
No pasa más de un segundo para que pase de sentirme la más piola de esta oficina inmunda a sentirme la más idiota. Encima abro una página web de una "colega", que hace las cosas que yo podría hacer, que enumera entre sus clientes a un montón de firmas importantes y que en un mail anuncia que se va a Irlanda por no sé que cosa. Es clarísimo. Soy una estúpida, no hago nada con mis malditas ideas y todo lo prometedor es adhonorem. Necesito cambiar de trabajo urgente.
(la tira es de Liniers)
...viene a mojarse los pies a la luna...