En el colectivo pienso en el día de hoy, 14 de septiembre, en el cumpleaños de Clara, en Clara, en la primera reunión de lo que hoy es una parte de el interpretador, ese mismo día, esa misma noche, en casa de mis viejos, el llamado cerca de las doce, interrumpir para ir a la clínica, día feliz, nacimiento y primera reunión, coincidencia que festejamos, buen augurio, Clara dos años, la revista dos años y un poco más, la primera persona a la que conozco de toda la vida y un proyecto que se extiende más de lo esperado, porque no esperamos nada aunque fantaseamos, como enamorados, en el para siempre, o en un tiempo que no termina, en la Historia, tocar la Historia, hacerla, escribir. En el colectivo pienso, entonces, que no hay modo de que hoy no sea un día feliz. Esa afirmación, de pronto, me llena de nostalgia, engaña, día de sol, 14 de septiembre, todos vestidos para la fiesta, vamos a celebrar, recuerdo momentos: ir a la clínica, llamar desde el celular a M.T. Llamar, también, a A. La emoción de verle la carita por una ventana, ella en brazos de su padre y todos nosotros -todos: mis hermanos, mi papá, mi mamá, la ex de mi papá- ansiosos por empezar a ser su familia.
Un año de energía extrema. La revista, el corto, la vida en Buenos Aires. El congreso en Rosario. Los amigos nuevos (¿te acordás Ine de ese café en el Piaccere de Paraguay y Billinghurst?, las dos terminamos llorando, amistad amor a primera vista; primeras charlas con S.; los poemas de Hernández que mandaba por mail M.Y; los sueños de Incardona), toda la literatura. Y escribir, producir, filmar en el medio de un delirio energético amoroso.
Viajar en colectivo, pensar en que hoy debe ser un gran día, y terminar, durante los veinte minutos de viaje, apretada entre la gente que qué pensara, haciendo un balance del año en que comenzó todo y en el deseo de estar otra vez en el centro de un huracán.
...viene a mojarse los pies a la luna...