Uno, dos, tres, cuatro... por primera vez en mi vida cuento números -ovejitas hubiera sido intolerable- porque no puedo dormir. Son las cuatro, hace tres horas y media que doy vueltas. Me muevo, pataleo, hace un rato me levanté a tomar un té, odio los ronquidos, me duele la garganta, la fiebre de ayer ahora es puro moco, mi casa me parece un desastre, todo está sucio, las sillas rotas, la ropa desordenada, todo me parece mal. Cuando ya no se qué hacer me pongo a contar sin creer que vaya a funcionar. Ya probé antes con la relajación aprendida en yoga pero no dio resultado. Cuento, llego enseguida al número cien pero después me cuesta seguir. De pronto un número se vuelve imagen o referencia a otra cosa. Empiezo a interesarme en cómo de pronto dejo de contar y paso a otra escena, como un estadío previo al sueño. Entonces vuelvo a empezar para comprender el procedimiento. Me pasa lo mismo una y otra vez, llego al cien, un poco más o un poco menos, y de pronto aparece otra cosa. Recupero la nitidez de la cara que antes veía borrosa y me alegro, quería verte, pienso, y vuelvo a empezar a contar, y vuelvo a distraerme sin saber cómo es que llego a esa distracción. Después de varias veces logro dormirme pero no relajarme. Duermo pensando por fin estoy durmiendo, pero no puedo soñar, sólo pienso que duermo mientras duermo, y cuando me despierto otra vez intento seguir, sin abrir los ojos, en la misma postura, volver a contar, recuperar esa cara, volver a dormir, despertarme otra vez, todavía es de noche, quiero que sean las ocho, bañarme y salir, salir rápido, ¿hablar? más tarde, en otro momento, pero no clarea, y no puedo dormir. Odio los ronquidos y mi casa me parece un desastre. Ayer la fiebre, ahora el resfrío, mañana la ansiedad y el deber de comunicar lo que para mí se hizo claro hace un rato, claramente cruel, inevitable, insostenible, mi vida qué, un ataque de fobia.
...viene a mojarse los pies a la luna...