Subo el volumen de Babasónicos para no escuchar a los murciélagos que viven en mi persiana. Siempre los escucho cuando estoy sola, y tengo miedo, mucho miedo. Yo estoy así, enferma, encerrada, íntima, y temo que el peso de los murciélagos haga caer el taparrollos y que asustados ellos y yo ayyyyyyyyyyyyyyy, gritando por toda la casa en busca de un escobillón para vaya a saberse qué, quieran esconderse en mi hermosa cabellera castaña, que deberé pelarme, rulos y murciélagos, como si lo que me pasa no fuera suficiente.
Así que música a todo volumen y de fondo, un atardecer rojo furioso en una línea cada vez más delgada, donde después, si es como ayer, voy a ver la media luna con júpiter la estrella más brillante.
Las visitas me pusieron de buen humor. La infección, de centro vital pasa a ser una molestia, considerable molestia, sino preguntale a... pobre. Pobres.
Me estiré para alcanzar una porción de la locura...
Mientras Delicatessen se vuelve la película más loca de la temporada (el ritmo, esas tomas desde arriba en diagonal que dibujan unos espacios de geometría cruzada, las escenas como pequeños cortos, los personajes, la ropa y el color) algún chico sueña conmigo sin conocerme, y otro, que me conoce, sueña un sueño que me ruboriza. Pero esto hace varios días, aunque me doy cuenta hoy. Muchas veces tarde. Es cierto. Mi tía dice y claro nena, para qué querés buscarte papás, con el papá de maravillas que tenés, si lo querés lo llamás y listo, y se alegra con el atisbo de novedades que comparto porque sé, justamente, que se alegra. (Y me alegro yo también).
Ser así no cuesta nada...
La siesta de hoy debería haber durado toda la tarde y más. Es esa sensación la que nos despide sonrientes, esto debería ser todo el día y más.
Me deja la posibilidad de ver dvd´s y saborear cosas ricas. Juro que no me parece poco.
Enciendo la luz para ahuyentar murciélagos.
Para hoy: Casablanca y Los guantes mágicos.
...viene a mojarse los pies a la luna...