Me veo mal en todas las fotos. Mi analista intenta convencerme de que no estoy loca, que simplemente la necesidad de creer me llevó a una cosa, y la lucidez, o la crítica despiadada, a la decisión final. Las cosas cambian a la velocidad de la luz, no tengo tiempo de armar los relatos. La necesidad de creer en algo se corporiza en formas diversas porque no creo en nada. En el medio me pregunto por eso de ser buena o mala persona, y la única respuesta, la etiqueta que llevo, es 100% autenticidad.
Vivir sin creer es complicado, entonces fabrico ilusiones.
Colchón de plumas bajo un cielo estrellado, una noche de calor.
Me alimento de las ilusiones hasta intoxicarme.
Ahora voy a probar la modestia y la privacidad. Pocas aspiraciones y capacidad de asombro. No hay que armar relatos para salir a contar. No son necesarias las garantías ni los plazos largos.
El deseo es innegable. Su ausencia también.
...viene a mojarse los pies a la luna...