Mañana a las doce clase de yoga, a las dos y media el comienzo del curso de estructuras narrativas, volver al cine para darme cuenta de que hice todo mal, para tachar y reescribir, y en el cine ver Volver, la alegría de que haya una de Almodóvar en cartel, como los manjares que no sé si atacar apenas me los dan o hacerlos durar, saber que está en el cine, disfrutar primero de eso, de que en cualquier momento puedo caminar las seis cuadras hasta el abasto, sola o acompañada o sola y acompañada, para entrar una vez más a escuchar las voces del que mejor escribe y más lindo filma. Sí, prefiero cultivar la tentación antes del atracón, y después quedarme saciada mirando en casa las pelis que ya vi, Hable con ella una vez más, o releyendo partes de esos guiones que tanto me gustan.
Más tarde quizá una fiesta y un domingo tranquilo. El primer día del niño que mi sobrina Clara disfrutará con conciencia y mi ansiedad por darle ya el regalo y ver brillar sus ojitos hasta que se desdibujan en el abrazo que nos damos siempre.
Y tener que escribir, porque el texto no está listo y el martes me confieso.
Quizá porque el texto de las confesiones no se puede terminar,
porque no hace más que escribirse todo el tiempo.
...viene a mojarse los pies a la luna...