Para S., querido.
Hace diez días, un domingo, fui con mis amigos S. y J.D a un billar donde S. se encontraba con otros amigos. No es la primera vez que soy la única chica en ese grupo. En febrero, S. me invitó a pasar un sábado en un barco junto a él y sus cuatro amigos con los que iba a pescar y disfrutar el día en el delta. Genial. Me acuerdo también de la noche en Nueva York, cuando salí con los tres brasileros y el chileno gay. Me gusta ser la única chica. La complicidad que no llega a ser grosería y que permite, por ejemplo, mirar a otras chicas con ellos, jugar al truco, mirarlos pescar, o cocinar el asado y no la ensalada. El día del barco el viento podía mucho más que la parrilla eléctrica. Recordé los asados que hacíamos con A. en bosques del sur y que entonces él tapaba la carne con un papel de diario.
Pensaron que estaba loca. Que el papel iba a quemarse o que la carne saldría con gusto a noticia de Clarín. En cambio, todo estuvo listo y riquísimo mucho antes de lo que pensábamos.
El domingo hace diez días fuimos al billar. Hombres de cinco a ochenta y cinco años jugaban al dominó, al pool, al ping pong, al billar, al burako, o simplemente miraban televisión (fútbol, claro). Mientras esperábamos que se liberara una mesa de ping pong jugamos al pool. Una performance digna pero sin brillos me permitió escuchar conjeturas acerca de un prode mundial al que varios se habían anotado. Me pareció obvio que era sólo para hombres. Pregunté si podía jugar. Claro. Cincuenta pesos y podés ganar mil. Cincuenta pesos por ser la única chica, y sin saber nada de fútbol, me parece bastante arriesgado. Quedé en pensarlo y al día siguiente dije que sí, luego de acordar con T. que jugaríamos juntos pero que iría mi nombre. Mitad y mitad, y si ganamos, también mitad y mitad. El amor y el dinero no se juntan esta vez.
Completé la primer grilla. T. la devolvió con correcciones. Luego yo la empapé de instinto femenino, y así la envié al coordinador de la propuesta.
No voy a hacer autobombo porque se me va a venir en contra. Sólo quiero decir que acerté (acertamos) esos empates por los que no apostó nadie.
...viene a mojarse los pies a la luna...