Quiero enviar un mail que ni siquiera escribo, así que empiezo este post. Desde el sábado, o desde antes, musicaliza Axel Krygier que cada vez me parece más genial. La salud cósmica cuidó que algunos nos encontremos allí el sábado y que otros no, para reservar otras posibilidades en des-armonía. Las luces de los balcones están apagadas. Hoy también veo la luna pero está nublado, embotada en su aviso de lluvia que seguro se diluirá durante la noche.
Por la tarde, mi hermana cuenta que mi nombre cruzó ese nombre en la misma y breve conversación, en boca de casi una desconocida que nos reunió porque sí en el estudio de la calle armenia buscando vaya a saberse qué. De nuevo la salud cósmica. Y el mail que ahora no envío para contar esto que solapadamente sí cuento acá.
Por la noche, los cortos en el Rojas. Pasamontañas es, por suerte, el primero. Los demás son como para convencerse de que cuanto antes uno se va, mejor impresión se lleva. Las conjeturas sobre la selección nos dejan sí o sí mal parados ante semejante compañía de cartel. A la salida, valoro y acuerdo con la crítica de S. y por primera vez entiendo por dónde puede entrar la comparación con el otro corto, a la orilla. La voz de mi amigo me ayuda a distinguir lo que no me cierra y que por la subjetividad tan pegada al objeto no puedo ver por mí misma. Todo es precioso pero hay algo que... La tensión quizá. Esa que, aunque no quiera, inevitablemente, no dejo de buscar y encontrar a cada paso.
...viene a mojarse los pies a la luna...