Me gusta el color del atardecer en las paredes. Narajas, amarillas, rojas y si los rayos chocan con el placard violeta, la pared se vuelve luz lila. Es color nostalgia, un poco, pero me gusta. A esa hora, extraño tener una gata. Después pienso que no podría ni mantenerla ni hacerme cargo. Mientras tanto, el jueves me entregan la biblioteca. Rechonchos los libros, ocuparán por fin su lugar. En este cumpleaños, se depuró y se renovó la lista. Más bajas que altas, y algunos potenciales que no llegaron a tocar el timbre porque no les di la dirección. La luz del atardecer es como vos cuando estás en tránsito (ahora, todos estos días): se queda un ratito, embellece la casa y se va con la promesa de volver.
...viene a mojarse los pies a la luna...