De mi cumpleaños pasado mi mamá dijo que probablemente era el último que pasaba en "casa". Y así fue. Yo había comenzado hacía poco a trabajar donde trabajo y las ocho horas diarias sólo valían su esfuerzo por el proyecto de mudarme en pocos meses. Esperé más de lo que mi ansiedad quería y ahora estoy convencida de que fue el tiempo justo.
Cumplo 24 en mi todavía casa nueva. Ahora estoy sola, con una computadora que me traje de la oficina y que tengo conmigo hasta el lunes. Miro la calle, no hay tránsito.
El primero en venir a este lugar fue mi amigo S., dos o tres horas después de que viniésemos con mi papá a conocer el departamento. Trajo una merienda que tomamos en el piso. Era 30 de diciembre. Un año después de Cromagnon.
Hoy S. fue el primero en estar aquí, llegado pasadas las once para cenar conmigo antes de ir con su chica y darme el abrazo justo a la hora señalada, además del café con chocolate. También, el llamado de la amiga y el mensaje del nuevo amigo.
Vos, allá lejos, no tenés señal. Pero llegó tu mail. Y mi sonrisa.
Hoy descubrí, como bien venías diciendo, que no puedo andar desnuda por la casa así como así porque aunque las ventanas vecinas estén a no menos de cien metros, se ve igual. No estaba desnuda, pero sí bailando a lo loco, cantando las canciones de rock nacional que sabemos todos, cuando me di cuenta de que allí enfrente, en un balcón no muy cercano, un hombre miraba en esta dirección. El principio por el que me rijo es: si lo estoy viendo él me ve. No? Pronto salió una mujer, creo que se abrazaron. Imaginé que podían tener un telescopio. Vi a otro vecino contiguo a ellos, también en su ventana. Pensé en si ya me habrían visto en bombacha o no. Pero no importa. Los detalles no los veo. Supongo que ellos tampoco ven.
Ayer mandé un mail que fue respondido más rápido de lo que pensaba. Quizá ser de el interpretador no sea tan terrible. O no razón suficiente para el silencio definitivo. No sé.
Son las dos de la mañana y estoy tranquila, en mi casa, con las fotos nuevas y las viejas en la memoria. Cumplo años y no puedo evitar hacer un no tan pequeño balance de las cosas que pasaron, de la gente que me rodea, de las expectativas que tengo hacia adelante. Ayer hablé con A., no hablaba hacía meses. En el ascensor recordé a mi novio de los quince. También pensé en él y en que deseo, de verdad, que esté bien. Antes, había encontrado fotos tuyas, perdidas en un DVD, donde te veía trabajando. No tardé en recordar qué de vos me gusta tanto, y asegurarme de que cuando hay pasión en lo que uno hace, uno mismo se embellece con eso.
Son más de las dos de la mañana, parte de este post ya se me borró dos veces, pero aún así sigo escribiendo, y digo, por tercera vez, que estoy contenta de estar sola, ahora, aquí. Que cumplo 24 años en esta casa silenciosa poblada de voces, de música y de vestidos de colores. Escucho la carcajada de mi sobrina y pienso en cuando no sabía que podía querer tanto a alguien tan chiquito que no es hijo mío. No quiero que sufras, chiquitita, y sí que estemos juntas, jugando toda la vida. Es 13 de mayo. Vamos a soplar las velas.
Un guiño al espejo, antes de abrir la puerta para que pasen los invitados.
Salud!
...viene a mojarse los pies a la luna...