Miro el despertador. Son las ocho. No sonó todavía ¿Qué día es hoy? ¿Ayer fui a trabajar? Ah, es lunes. Ayer domingo y todo eso. No sonó el despertador. Ocho y cinco. Suena y apago. Ayer domingo y evento de YOK (judíos cool en la plaza de Costa Rica y Armenia), antes del encuentro de el interpretador, leer en voz alta con Juan Diego, conversar un poco y ¿la cabeza dónde?
Ahí, sí. Incertidumbre y ansiedad, contracara de lo intenso. Sin sabor a viejo, un calor que no recordaba cómo era. Despertar el domingo. Los pocos que saben hacen preguntas que no puedo responder. No sé qué espero. No sé el conflicto. Las preguntas muestran que todo podría ser más simple.
Hoy a las ocho menos cinco soñaba que me dolía la cabeza y preguntaba qué podía hacer para que no doliera tanto. A las ocho en punto abrí los ojos. ¿Qué día es hoy? Sí, lunes. Y de pronto recuerdo el fin de semana pero también es como si se hubiera borrado: durante pocos minutos vuelvo a sentir que no necesito nada de todo eso. Cuando me despabilo, ya me sé vulnerable otra vez.
...viene a mojarse los pies a la luna...