Me pasa todas las semanas. Los martes es mi día trabajo-terapia-yoga y como quedo medio para adentro los miércoles no sé qué escribir. Parezco de manual, y encima todo en un día. Yo hago yoga y lo digo con Y. No me gusta los que dicen Ioga. Me parece pretencioso. Yo hago yoga mientras llueve. Nos reímos con la profe mientras ella explica qué hay detrás de esas diferentes pronunciaciones.
Antes de empezar yoga tenía prejuicio. No soy mística y la onda meditativa no me va. Hice teatro varios años y danza de a ratos. Mi profe es bailarina y algunas cosas de las clases se parecen a los ejercicios que hacía cuando iba a estiramiento. La conclusión es que no medito, pero me estiro, me relajo y llego a casa toda floja y con dos o tres centímetros más de altura.
Ayer llegué, encendí un sahumerio, puse música linda y me hice una sopa como las sopas de la abuela. Me acosté y empecé El libro del desasosiego. A causa de un regalo que no me satisfizo tuve cincuenta y cuatro pesos para gastar en Yenni. Me compré el de Pessoa, que de otro modo no hubiera podido comprar, y Estrella Distante, de Bolaño.
Nada más. Un día común. Las cosas van bien. Desperté contenta.
...viene a mojarse los pies a la luna...