Anochece y hace frío en Mar del Plata. Debe haber empezado la ceremonia inaugural del Festival pero no estoy ahí porque no tengo invitación ni acreditación A (tengo acreditación pero es B).
A eso de las cinco de la tarde, cuando logré escapar de la locura de las acreditaciones, y de las posibilidades y restricciones del carnecito que puedo llevar colgado en el pecho, me relajé y me fui al cine. Ya vi una peli y ahora voy a ver otra.
Antes, llegar y almorzar. Ir a buscar la acreditación y pum encontrarme al equis y pensar qué mierda todo. Hola, hola, chau, chau y después quedarme tildada una hora en una plaza sin saber a dónde ir.
Recordar que en esta ciudad está una de mis librerías preferidas y recluirme allí un rato. Cuatro libros, cuarenta pesos y el humor un poco mejor.
Más tarde, un hombre de cincuenta años y unos ciento veinte kilos me invita a tomar un café. What?
No, gracias.
...viene a mojarse los pies a la luna...