Justo ayer hablamos de él, con Ariel. Almorzamos mirando la revista Caras, y deliramos sobre los machos argentinos ("todos los hombres heterosexuales argentinos están equivocados", dijo Ariel), hasta que hablamos de él. Le conté que lo veo siempre, que cada dos o tres meses lo cruzo en algún lugar de la ciudad: en el cine, en un bar, en la esquina de mi trabajo.
--¿Y?, preguntó Ariel.
--Y nada... eso, lo veo cada tanto, y me mira como que me conoce, pero nada.
--Boludaaaaaaaa -Ariel siempre dice boludaaaaaaaaaaaaaa- pero saludalo, decile que sos alumna mía, que trabajamos juntos.
--¿Tas loco? ¿Para qué?
Y así siguió la conversación, ya entrada en intimidades que no voy a develar.
Pasaron las horas, terminó el día laboral y me tomé el 160 para volver a casa.
Cuando me bajo, percibo que alguien me mira, y ahí está, era él!!!!! Yo me quedé muda, mirándolo. Las palabras de Ariel sobrevolaban mi cabeza pero todo terminó siendo como la escena de Sintonía de Amor, cuando Meg Ryan lo ve a él (Tom Hanks), del otro lado de la ruta/calle, y él la mira a ella. Ninguno de los dos puede decir nada, ella porque sabe que él es él (viajó desde Baltimore hasta Seattle para buscarlo) y él, porque aún sin saber que ella es ella, la ve tan hermosa que no puede hablar.
Esto último es bastante dudoso en mi caso, pero bueno, nos miramos con esa cara de "nos conocemos" (y sí, somos todos de Puán, tampoco todo es tan casual y tan amoroso) y al mismo tiempo dijimos "hola". ¡Hola y nada más que "hola"!
Esa noche, en Seattle, desde la habitación de hotel, Meg Ryan llama a su amiga, que quedó en Baltimore, y le dice
--¡Sólo pude decir hola! ¡Hola!
Y se siente una estúpida.
Yo seguí caminando, aliviada porque justo ayer la casualidad me encontró bien vestida.
Sintonía de Amor termina en el día de San Valentín, cuando el Empire State se enciende con los colores del amor y ella, que había renunciado a la cita, finalmente renuncia al compromiso con Walter, su novio ("Walter, I have to go") para ir al encuentro de Tom Hanks.
Un guiño para mí, que últimamente no creo en el amor ni en sus festejos.
...viene a mojarse los pies a la luna...