Domingo a tres de la mañana. ¿Ir a dormir? ¿Ir a una fiesta? Domingo a las seis de la mañana. Había que levantarse. Así que a las tres, a dormir y a las seis levantarse. Íbamos a ser extras en un capítulo de Soy tu fan. Así que a las seis, arriba, para salir a las seis cuarenta y cinco hacia un hotel de campo en General Rodríguez, donde se grababa el capítulo casamiento de Agustina (Violeta Urtizberea). Íbamos a ser extras y el plan era dudoso: podía ser lo más aburrido del mundo o lo más copado. Entre esa ambivalencia, fuimos. Cuando llegamos pregunté por mi amiga que trabaja en el programa y me dijeron que no había venido, que estaba descompuesta. Como pudimos, llegamos a un desayuno, tomamos algo, y pronto me dispuse a las manos y accesorios del peinador. A la maquilladora nunca llegué. Una productora preguntó si alguno podía hacer el time code, que es lo que mi amiga había hecho el sábado. Dije que sí. Mejor y peor. Pero dije que sí. Mejor porque ser extra por momentos es un embole y no suma nada. Peor porque trabajé todo el día. Mejor porque uno en esas oportunidades conoce gente. Y después no se sabe. Si nunca más o la semana que viene. Mejor porque estar atrás de cámaras es maravilloso. Peor por el malhumor que se genera a eso de las cuatro de la tarde, cuando ya pasaron como ocho horas de rodaje y faltan cuatro más, si es que se cumple con lo previsto. En ese momento todo parece insoportable.
Trabajar en ficción está bueno. Estar ahí para ver qué pasa cuando a un actor se le ocurre alguna genialidad es una de las cosas por las que pienso que tengo que hacerlo. Son pequeños momentos de iluminación. De pronto un actor hizo, dijo o movió algo y es genial. En el rodaje de “a la orilla” pasaba. Haber escrito algo que después un actor potencia con todos sus recursos es emocionante. Ver cómo eso que escribí en la compu de mi casa se hace carne y acción. En muchos otros momentos no. Tampoco vamos a decir que hay iluminaciones todo el tiempo...
Estar en un equipo técnico es divertido. Quizá se comparte la tarea con gente que nunca vi antes ni voy a volver a ver, pero en ese rato, con los que hay onda, se generan cosas, complicidades, códigos (si no hay onda puede ser un martirio como pocos). Es un tiempo fuera de tiempo que nada tiene que ver con la vida cotidiana. También suele haber histerias, gritos, discusiones. Pero igual, me gustan los rodajes.
Lo de los famosos y esas cosas... es efímero, dura un rato. Llegás y te llama la atención que esté tal o cual, o el novio de tal (que en este caso era Calamaro, muy tranquilito, por ahí, leyendo el diario, tomando mate, mimando a su chica cuando ella tenía un rato libre), pero después de un rato (quizá porque había buen clima) se pasa y todos estamos ahí, trabajando, tratando de llegar a filmar todo antes de que se vaya el sol.
...viene a mojarse los pies a la luna...