Para saber cuántos minutos tarde estoy llegando a la oficina cada mañana, alcanza con estar atenta al momento y el lugar del recorrido en que me cruzo con los mismos personajes de todos los días, que van en sentido contrario. Supongo que también es cuestión de equilibrio y que esto podría servir para medir la tardanza del otro. Si a esa chica de altura tan particular (por no decir que es enana) me la cruzo en la mitad del camino no necesariamente es que estamos llegando puntuales las dos (aparte cómo saber si mi mitad es su mitad) sino que quizá estamos llegando igualmente tarde. En fin. Era más complicado de lo que pensaba cuando comencé a escribirlo.
...viene a mojarse los pies a la luna...