Lolamaar

viernes, febrero 03, 2006

 

Escrituras

El martes, en la reunión de el interpretador, en pleno armado del próximo sumario, nos propusimos un desafío. Escribir. Pongámonos a escribir relatos en esta semana. A ver qué sale. Y por qué no. Y entonces sí. A la mañana siguiente, en la oficina (sigo sin tener computadora en casa y con poco trabajo, todo lo que escribo lo escribo acá) agarré un relato que no me gustaba nada y lo desmenucé, lo rompí y lo cambié y escribí otra cosa. Hace meses que no escribía un cuento. Mucho blog. Mucho argumento de películas. Tentativas de guión. Relatos aguafuertistas y alguno infantil. Me puse una mañana, otra mañana de corrección, y no porque sea fácil, ni porque haya salido bien, pero qué lindo escribir, qué aire que entra como si de pronto hubiera abierto una ventana y el viento me cerrara los ojos para mandarme a otro mundo que también es mío o más mío que este de todos los días.
¿Lo que me pregunto es por qué casi siempre, para estas cosas, funciona lo de escribir a presión, con una fecha límite, con algo impuesto desde afuera?

Comments:
"Oda al lápiz" podría llamarse el post.

La verdad que hay gente a la que le gusta el látigo en la nuca... ¿no se lo preguntó de ese modo?
 
Perdón, me gusta más:
"Oda al lápiz y la goma de borrar"
 
Sabias palabras, Lola.
 
y... vos sabés lo que pienso. A mí dame presión, dame fuerza, qué se yo. El disfrute después, primero el trabajo. Ufff qué neura.
 
Lo mismo digo... por suerte o por desgracia, la presión suele estimular la potencia.
 
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