I
Pensando que a esa hora y después de la película que pasaron (Pandillas de Nueva York), no lo iba a ver nadie, les cuento, feliz, como si fuera una chica Suar, que a la orilla midió 8.7 de rating. Un montón. En todo el país. Mi amiga C., de vacaciones en el Norte, me mandó un mensaje a las dos de la mañana, para ver si ya lo habían pasado. Le escribo que sí. Estoy en el taxi volviendo a casa, suena el teléfono, es ella: en Jujuy lo empezaban a pasar a esa hora, ella estaba en un lugar con otra gente, atenta a Telefé Cortos y a a la orilla, que en la voz de Kuchevatzky se presenta escueto, pero presentación al fin. La magia de la televisión. El corto en la tele y para todo el páís.
Yo lo vi en casa de D., con Her y Garla, el público nuevo. Los amigos nuevos. Yo soy la nueva. Ellos también.
II
Hace unos días le regalé a D. el último libro de Cucurto. Ayer nos dimos cuenta. O ayer me dijo. Me mostró: el nombre de una ex en un lugar del libro, y el nombre de otra ex en otro lugar del libro. Ejem. Ouch. Debería hacer una dedicatoria gigante firmada con mi nombre. ¿No?
O cómo recorrer la vida amorosa de D. en el libro de Cucurto.
En fin.
III
El sábado, antes de salir, vi los últimos minutos de Cuando Harry conoció a Sally. Una vez más. La vi. Una vez más. Termina y yo lloro como una estúpida. Como si deseara y pudiera volver a creer en el amor para siempre.
Amorparasiempre. ¿Existís?
No sé. Pero aparecés en las películas y me hacés llorar.
...viene a mojarse los pies a la luna...