Mi sobrina Clara viene alrededor de una vez por semana a casa, casi siempre a almorzar, sábado o domingo. A veces sola con mi hermana y a veces también con su papá. Desde hace dos o tres semanas mira los cuadros, en especial Analogías Musicales, de Kandinsky, y les habla. Si no está en un lugar desde el que lo puede ver, arrastra la cola por el piso (así se moviliza, a toda velocidad) hasta que lo encuentra. Lo mira, le grita, nos mira a nosotros y nos muestra lo que ve como si ahí hubiera un mundo.
Le gustan los abstractos. Además de la lámina (todas láminas truchas) de Kandinsky, le gusta una de Miró y otra de Xul Solar. A los concretos no les da bolilla.
Cuando llega saluda al cuadro y cuando se va tira los brazos hacia ahí como si el cuadro pudiera abrazarla. El domingo pasado, Clara vino a casa con su papá y cuando le dijimos “mostrale a papá cuál es el cuadro que más te gusta”, giró, lo ubicó, señaló, y dijo “uhhh uhhh”. Después con la cola hasta ahí, y mirarnos a todos desde el cuadro. Ahí hay un mundo.
...viene a mojarse los pies a la luna...