Son las 12.15. Me acosté a las 8 y entre ruidos, la gata que abría la puerta y una tristeza que invadió el cuerpo, dormí sólo una hora. ¿Vueltas en la cama o arriba a leer? Un llamado, arriba a escribir, y quizá un rato más en la cama.
El casamiento estuvo divino. Yo, básicamente, no creo en el casamiento. En la religión menos. Creo en el amor pero no creo que la culminación del amor esté ahí. Pero mis amigos que se casaron ayer, sí. Y fue emocionante verlos. Ella con ese vestido blanco hermoso y una sonrisa estampada toda la noche. Él, aún cuando el Rabino no diera por terminada la ceremonia (¿los rabinos no dicen "los declaro marido y mujer" o fue el que tocó ayer?), la miraba y la besaba con un amor impresionante.
No creo en nada de lo que pasó ayer pero lloré emocionada cuando la vi entrar, cuando se pusieron los anillos, cuando rompieron la copa. ¿El peso del rito? ¿Las palabras a-lo-bucay del rabino?
Después la pasamos bien. Mesa de sus amigas (que no somos amigas entre nosotras pero nos conocemos de cumpleaños) y algún que otro colgado. En la mesa, también, encontrarme con alguien que cuando yo tenía once años me dijo algo que no olvidé más. Conversar y bailar mucho. Los tacos genial. No tuve que sacármelos en ningún momento y tanda a tanda de baile, ellos y yo más amigos, caderas en movimiento, sonrisa de aquí, de allá, y alguna que otra sorpresa.
La pasé bien. Y ahora tan triste. Cansada, sin poder dormir, sólo recuerdo las mil tareas pendientes para la semana, sólo veo que no tengo junto a quien despertarme, y entiendo que me canso de mirar a todo el mundo pensando si estaría bien o no... Que sólo quiero que esté. Que por momentos mi nueva soltería está buenísima, y que también abre mil posibilidades. Pero hoy no. Estoy cansada. Y mi amiga se casó. ¿Eso pega? ¿O es otra cosa? ¿Serán felices? ¿Es posible? ¿O igual vale todo por la felicidad del presente?
Preguntas, tristeza y un parcial domiciliario. No es buen modo de empezar un domingo.
...viene a mojarse los pies a la luna...