Desde hace unos días (en realidad desde el martes, cuando mi analista preguntó por el diálogo con mis padres y yo contesté que casi nulo) las cenas en casa se volvieron más dialogadas. Las evidentes tareas para el encuentro de estudiantes, los apuntes que dan vueltas por toda la casa, y algunas salidas, son la excusa para empezar a conversar. De pronto empecé a contar qué anda pasando alrededor. Así llegué a contarles detalles del encuentro de el interpretador, y así, como quien no quiere la cosa, algunas cosas de este blog. __¿Y no podemos leerlo?__ preguntó mamá.
__No má, no da... son cosas privadas__
__Pero si las lee todo el mundo__acierta papá
__Ah sí, pero no ustedes. Si finalmente hubiera sido actriz por lo único que me cuestionaría hacer un desnudo es porque papá se sentaría en una de las butacas a ver la película. Por los demás no es problema.
__¿Pero aparecés desnuda en en el gloc? __ papá se preocupa
__No... bueno, sí, un poco, de alguna manera.
Hablamos de otras cosas. Me siento en la computadora. Abro el blog y busco algo para leerles. Los de mi sobrina pueden ser.
Les leo.
Uno.
Mamá se levanta de la mesa y me da un beso.
Papá se ríe.
__Entonces ¿yo también puedo escribir todos los días?__esperanza de papá.
__No sé pá, eso depende de vos.
__Ah.
Les leo, otro.
La bobe.
Mamá llora. Se levanta de nuevo. Me da otro beso.
__Qué lindo que escribís, hija.
__Y cómo vas a hacer cuándo vivas sola, sin computadora. ¿No valdrá la pena que te quedes así escribís todos los días?__papá, sin fe en mi capacidad de ahorro.
__Ah no, yo creo que si escribe así, y escribe todos los días, yo le regalo una computadora para su casa nueva.