El 12 para ir al Gaumont. Voy a “La noche del Cortometraje”. El Incaa premia a uno de los once cortos que ganaron durante el año en algunos concursos y festivales. Otros concursos quedan afuera. “a la orilla” también afuera pero seleccionado en varios de esos concursos.
Voy a curiosear.
Me bajo, camino, me compro una libreta y un lápiz negro, 2B, trazo grueso. Llego, un rato sola, hasta que llegue S. Quise evitar sorpresas: sé que viene M. Sé que llega tarde. Escribo unas cosas. Leo Lúster, de Juan Leotta, pero no me puedo concentrar. Espero.
Once cortos. El primero está muy bien. “Medianeras”. Edificios de Buenos Aires. Modernos, antiguos, híper modernos, corporativos. Ritmo. Texto. Una chica, en pareja luego de cuatro años, siente que vive con un extraño. Claridad cruel cuando uno ya sabe que no va más. Recién separada, ella intenta aprender a estar sola. Un chico solo cansado de la soledad. Computadoras y medianeras de por medio. Búsquedas de los dos. Búsquedas modernas para deseos clásicos. Búsquedas compulsivas y dudas existenciales. De Internet al subte y mirar en la calle por si aparece “él”, por si encuentra a “ella”. Citas a ciegas. Desiluciones. Esperanzas que persisten. Chatear con alguien que puede estar en el edificio de al lado. Que podrías haberte cruzado en el instituto de inglés al que ibas de chico. Que te cruzás en el quiosco para comprar velas cuando se corta la luz. Pero chateamos. Y todo parece frágil. Las búsquedas de siempre. Encontrar a. Alguien.
...viene a mojarse los pies a la luna...