Muchos partos el 16 de noviembre. Tres cumpleaños de personas queridas. Distintos años y el mismo año. Desde hace un tiempo las casualidades no ceden. Parece un chiste, parece un mambo.
Romi, mi amiga, hermosa, recién casada, feliz después de una luna de miel con días de lluvia en el Caribe.
M. Saludos interestelares, que lleguen sin violencia y con mirada clara.
D. ¿Qué decir? Qué miedo. Feliz cumple. You know...mucha música, y furor, no te olvides.
Tres cumpleaños. Tres celebraciones.
Romi, después de tanto festejo, una merienda el domingo a la tarde. Me viene perfecto. No se superpone con nada.
Después, evidente:
Una amiga me cuenta que el sábado hay una fiesta. A mí no me llegó ese mail general. No estoy invitada. Claro. Cómo voy a estar invitada. No iría. Tampoco esperaba invitación y suponía que habría fiesta. Pero al mismo tiempo, todo es raro. A esa fiesta van amigos, conocidos, incluso amigos de amigos (del cumpleañero). Pasa eso con los cumpleaños. Pasa eso con las separaciones. Uno pasa a estar en un status que no deja de ser especial (querido, odiado, depende del día, pero especial), pero ya no estás ahí, ya no tiene nada que ver estar ahí, incluso cuando muchos o algunos de los que sí van son menos importantes, son circunstancias que querían estar (los amigos, las chicas nuevas) o que van porque les pareció mejor plan que cualquier otro plan de esa misma noche (los conocidos, los amigos de amigos).
El sábado hay otra fiesta. A esa voy a ir. A esa me invitaron y también es raro. Pero es lindo. Y voy a ir con una amiga, supongo. Amiga mía, o sea amiga de amiga, o amiga de equis...
Tres cumpleaños, tres fiestas, ausencias, presencias, y ninguna superposición. Sólo se trata de dejar de estar en algunos lugares, y empezar a estar otros.
Ojalá todos la pasen y la pasemos bien. Sería lo mejor.
...viene a mojarse los pies a la luna...