Como decimos con los chicos de
el interpretador, "me comen los conejos": ocupaciones, obligaciones y deseos invaden sin descanso.
La oficina se agita y pide más atención, la revista cierra un nuevo número, el parcial domiciliario que se viene, el presencial de la otra materia, la amiga que se casa, la ropa que no tengo para el casamiento de la amiga.
Las cosas que nos pasan a todos...
Nada para contar y todo. Conejos mezclados, se enriedan, se corren, juegan y se provocan. Me miran. Sonríen. Me cuelgo y otros me apuran. Algunos me hacen un guiño. Otros me acompañan a comprar la ropa que no consigo, algo totalmente superficial que se convierte en un conflicto de identidad (¿o al revés? vamos...): ¿sobria? ¿loca? ¿moderna o clásica? ¿siempre igual? My god. Me cuesta la ropa de fiesta. Me viste linda y desnuda inseguridades. Cuando probarme es un juego, todo me parece hermoso y no tengo el dinero para comprarlo. Cuando faltan dos días para el casamiento y creo que la pollera no tiene combinación posible, termino en una sesión de psicoanálisis llorando y diciendo que no sé quién soy.
Es sólo ropa... ¿es sólo ropa? ¿son los problemas de una chica rica que no es rica? (culpa judía, je).
No sé. Mañana, last chance de encontrar algo. Por suerte, hoy una charla con MD me alentó a los tacos, a sentirme (algo, al menos) moderna, y a que en el fondo (ya lo sabemos, tantos tantos años de terapia) tengo una identidad que no tiene por qué copiar la de nadie (¿por qué me cuesta tanto descubrirla a veces? ¿por qué un modelito de fiesta la pone en cuestión?).
Saludos a todos,
bona noite.
Por favor, leer sin olvidar que además estoy muy cansada.
...viene a mojarse los pies a la luna...