Lolamaar

jueves, octubre 13, 2005

 

La Giralda (grasa para las chichis)

Foto: A.P
(Gracias a Molina que inspiró este post con su relato sobre la Giralda).

1998. Yo tenía 16 años y estaba enamorada de L., que no me daba bolilla pero que a veces me invitaba un café. Él fue el primero en llevarme a La Giralda. Desde entonces yo empecé a ir con frecuencia (mi colegio quedaba a cinco cuadras) a leer allí.
En el 2000, un sábado, tuve un encuentro clandestino con A., a las ocho y media de la mañana. Era verano y la ciudad ardía. Un rato después se largó una tormenta. Recuerdo que yo llevaba puesta una musculosa blanca y una pollera roja con flores también blancas. Desayunamos (las medialunas son feas). La mesa, angostísima, dejaba que nuestras piernas se tocaran y sembraran el deseo que minutos después sería la decisión de ir a un hotel. Yo no me animaba a decirlo y pedía por dentro que él lo propusiese. Después de un rato de conversación, cuando él empezó la frase yo lo interrumpí, sí vamos.
Una vez, por esos años, yo no tenía monedas para dejar propina. Siempre me atendía el mismo mozo, me saludaba simpático y a mí me daba mucha vergüenza irme sin dejarle nada. Yo fui camarera sólo una noche, que me valió de experiencia para no irme nunca sin dejar algo. No tenía monedas, pero sí birome y papel. Arranqué una hoja de cuaderno y le dejé una notita de disculpas al mozo, con la promesa de que la próxima dejaría doble. Así fue, y el mozo entonces empezó a ser aún más simpático conmigo.
En mayo del año pasado fui con M. Habíamos ido a ver Roma, de Aristarain, al Tita Merello. Era un feríado, 25 de mayo, creo que martes (soy tan detallista con la memoria). Nos conocíamos hacía muy poco, creo que esa fue la primera o a lo sumo la segunda película que vimos juntos. Cuando salimos del cine llovía a cántaros. ¿A dónde vamos? ¿Conocés La Giralda? El nunca había ido y yo me sentía orgullosa de llevarlo ahí. Las mesas, como siempre angostas, favorecieron el momento. No me acuerdo qué tomamos, pero sí que tuvimos una conversación larga, típica de cuando dos personas empiezan a conocerse.
Después, mismo colectivo que pasaba por mi casa y llegaba hasta la suya. Lo pidió, lo dudé, pero al final me bajé en mi esquina.
Hace mucho que no voy a La Giralda, creo que desde ese encuentro con M. Quizá alguna vez más, una cerveza. Me parece pero no recuerdo. Cada vez que paso por ahí (el sábado pasado fue la última vez) miro por la ventana y por la puerta, a ver si encuentro a alguien conocido. Están esas mesas, siempre hay gente. La luz blanca distancia todo, la escena metida en una caja de sueño. Miro a la mujer que lee, a esos dos hombres que conversan entusiasmados, a la chica que mira al chico mientras él habla.
Historias particulares sin importancia que seguro encierran buenos relatos.

Comments:
Muy lindo post. Me dieron ganas de ir a ese bar a ver cómo es. Ya no es un bar cualquiera.

Un saludo
 
Si si, lo mismo que dice Diego (el diego que confiesa llamarse diego... el otro, dice, no dice nada): dónde es?
 
a mí nunca me dejaron leer en la giralda. nunca. siempre había un mozo ortiva que me decía que no me iba a quedar toda la tarde leyendo y tomando UN SOLO café.
también tengo momentos más que memorables: una noche con mi mamá y un ex, comiendo churros hasta las 5 de la mañana.
 
Ah, sí, La Giralda tiene esas cosas... tarde de depresión, encuentro levantador del ánimo en esos momentos de "empezar a conocernos".
 
Gracias por las gracias, Lola. Me gustó mucho este post, y me gusta el entramado que forma con el mío.
También me gusta la foto que lo ilustra: ese cartel de la boca del subte le da un toque anacrónico-nostálgico (me la puedo robar?)
 
siii, molina, la puede robar. se ve el cartel de subte viejo. debe ser una foto de comienzos de los noventa, o algo así,yo ni estaba en ese momento, porque el entramado es así, se teje y se teje y sólo somos un hilito más de todo eso.
para los que no viven acá o no saben, este bar queda en buenos aires, capital, en corrientes y uruguay. no es lindo,pero es tantas otras cosas...
 
lindo, lindo relato! (voy a ir cuando esté en arg!. de verdad no lo conocía...)
y lola, entre nos... eso de las mesas angostas y tanto rose de ¨casualidad¨ ... mmm estrategia interesante, eh!
ja!
 
mi aporte:
una vez fui a la girdalda con una amiga, una tarde. se sacó una pulsera y la dejó a un costado, sobre la mesa. pagamos y salimos olvidándonos de la pulsera. a los veinte metros, antes de llegar a la esquina, nos avivamos y volvimos a buscar la pulsera. la mesa ya estaba limpia, y el mozo dijo que no había visto nada. historias personales: para mí, es un lugar con mala onda.
 
Seguro que encierran buenos relatos. Tan bueno como el tuyo, la verdad. Mis saludos.
 
Agustín, Diego, me llamo Agustín. Mi blog debe ser el único de este planeta con nombre y apellido reales...

Cuando vuelva a Bs As por diciembre voy a pasar a pispear la Giralda. Mi casita de allá queda cerquita, justo enfrente de otro clásico, El Cuartito.
 
Hace unos días,nomás estuve con mi chica de ahora (si, funes también puede tener una chica) o la chica de ahora que ya no es más de ahora. Tuvimos una charla larguísima con lágrimas y todo. Debe ser por eso que no nos molestaron. Pero teníamos varios libros sobre la mesa y sólo habíamos pedido dos café y, aún así, ningún mozo se acercó a molestarnos.
Tanto es así que fueron 6 largas y, de a ratos, tristes horas.
No, hoy ya no tengo más chica. ¿Vendrá de ahí el resentimiento? Na. Pobre resentimiento, justificarlo con tan poco. (ouch!)
Lo cierto es que La Giralda me abrazó esa noche, cuando mi chica se fue para siempre y me quedé a pagar las consumiciones. Solo.

¿A qué viene todo esto?
Ah, si, su relato...
Bien, bien, srta. Me gusta el tono relato que ha tomado su blog.
 
Me encantó tu relato, realmente. Me sentí observada o "retratada" de alguna manera. Gracias!!!


...A mí me tratan bien ahí...
Gracias otra vez LM
 
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