Lolamaar

martes, septiembre 27, 2005

 

Viajes (1): Machu Picchu

Febrero 2001

Nos despertamos a las tres de la mañana en el refugio que está entre el km 104 (donde el día anterior bajamos del tren para empezar a caminar) y la ciudadela. Nos quejamos y también nos reímos porque no es como los refugios del sur argentino. En éste, como no pagamos, apenas pudimos tirarnos en el comedor, donde apagaron la luz poco después de la medianoche, a sabiendas de que los que dormíamos ahí nos despertaríamos a las tres de la mañana para seguir camino. Nos tratan mal pero no importa. Nos gusta que los refugios de nuestras montañas sean más cálidos que los de otro país.

Calentamos agua y nos hacemos un mate cocido. Cerramos las bolsas de dormir, guardamos lo que sacamos de las mochilas, y poco antes de las cuatro empezamos a caminar. Es de noche. Delante de nosotros salió un grupo de cuatro chicos también argentinos, caminamos casi juntos y está bueno, cantamos. Vamos por senderos angostos, fila de uno, de un lado la pared de la montaña y del otro plantas enormes tapan el precipicio. En el hueco entre las montañas hay mucha niebla. Llevamos linternas en la cabeza. Hace frío. Es emocionante.

A eso de las cuatro y media empieza a cambiar la luz. Adorno mi pelo con flores salvajes. Sacamos fotos. A. se detiene cada muy pocos minutos a sacar fotos. Me parece demasiado pero como también me gusta no digo nada.

Ya más cerca de la ciudadela, alrededor de las cinco y media de la mañana, es de día y comenzamos a ver rastros de construcciones incas. Lugares que dicen eran baños, paredes de supuestas casas, terrazas. Llegamos a una construcción un poco más grande que las dispersas en el camino y nos topamos con una escalera de muchísimos escalones. Fuerza y a subir. A. va detrás mío. Con la respiración entrecortada me doy vuelta y lo miro. Sonreímos. Estamos contentos. Atravesamos la construcción juntos, pero cada uno atento a otros detalles, en una compartida caminata individual.

Seguimos caminando, muy cansados, no sabemos cuánto falta, perdimos de vista a los otros chicos pero no dejamos de cruzarnos con gente. El día sigue aclarando, parece que estará nublado pero luminoso. Ya casi a las siete de la mañana, vemos que no tan lejos nuestro se acaba el camino. Llegamos y nos quedamos mudos. La puerta del sol y toda la ciudadela detrás. El paisaje es increíble. Estamos agotados. Nos sentamos a mirar. Llega más gente. Todos se sientan a mirar. Silencio.

Después de un rato empezamos a bajar. Llegamos y recorremos. Se siente el cuerpo cansado. Nos colamos en visitas guiadas que pagaron otros gringos. Picoteamos de varias explicaciones. A mí me pasa como siempre: quería llegar, llegué, pero ahora sólo quiero mirar sin escuchar demasiadas explicaciones. Después de un par de horas ahí y varias fotos (A. llevó en la mochila un vino “Terrazas” para sacarle fotos en las terrazas de Macchu Picchu, además una serie de manos mías en los huecos entre las piedras), empieza a llover, volvemos a ponernos las capas de lluvia que usamos el día anterior y nos tomamos el micro para bajar a Aguas Calientes. El micro recorre un camino de tierra y pozos que rodea la montaña. Va rapidísimo, se nos revuelve el estómago pero no podemos dejar de reir. Estamos sucios y transpirados. Un niño peruano compite con el micro, baja corriendo y a los gritos. Cuando creemos que ya no está vuelve a aparecer y así casi hasta llegar a la base de la montaña.

Bajar en Aguas Calientes. Llueve a cántaros. Vamos al hotel que reservamos, el más lindo de todo el viaje, mucho más confortable que el de Cuzco. Nos instalamos, es divino. Supongo que nos bañamos (ahora la memoria traiciona algunos detalles), unos mimos y a comer, por favor. Vamos a un lugar que también es más pituco que los otros donde ya estuvimos. No nos importa. Hoy paga VISA. Además, llevamos el vino. Yo le pregunto a la encargada del restaurant si nos deja tomarlo, que hoy es mi cumpleaños y que esperamos mucho este festejo (¡todo mentira!). Nos dice que sí. Tomamos nuestro propio vino y somos felices. Tomamos una sopa peruana, comemos rico y pedimos postre. Qué lindas son las tardes de derroche.Volvemos al hotel. Todavía llueve.

Comments:
hola nuevamente..yo estuve en MP el año 2001..tengo la suerte de vivir no tan lejos..y me costo muy barato el viaje..me fui solo..es genial MP..ame el viaje..me facinan todas las partes donde hablen distinto a mi..
bueno que este bien..chau.
 
me diste una buenísima idea para estas vacaciones.
 
Ud. me dio ganas de viajar...
Saludos
 
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