En el blog hay que escribir todos los días.
Qué complicado tener ideas ordenadas para escribir todos los días.
Escribo en el desorden.
I
De casa a la oficina vi un padre que llevaba a su hijo al jardín. El niño tenía un ramo de flores en mano. ¿Sería para la maestra? ¿Sería hoy el cumpleaños de la maestra? ¿El padre estaría enamorado de la maestra de su hijo? ¿El niño estaría enamorado de la maestra? Me hubiera gustado seguirlos y espiar la llegada al jardín, pero tuve que doblar en Salguero y las flores siguieron por Santa Fe.
II
Hoy voy al teatro con mi madre. Tengo dos entradas para un espectáculo del Festival, pensaba ir con M. pero M. trabaja. Pensé en todas las personas a las que podía invitar. Desde la más jugada (no era mi madre), la más clásica (alguna de mis amigas), la habitual (mi amigo Seba si no tenía alguna cita) o, por qué no, la apuesta de decirle a mi madre que me acompañara, y sí, que ella se pusiera feliz y festejara el plan como quizá ninguna de las otras alternativas lo hubiera festejado. Después, sin planes. Y mañana madrugón para viajar a Rosario.
III
Recuerdos. Ya lo escribió Proust. Después lo escribieron muchos otros, por ejemplo Cortázar (qué cortazariana estoy estos días!!!!!! pero bueno, el texto merece la mención, “Tu más profunda piel”, en Ultimo Round). Ayer, de la nada, porque sí, en las cuadras que camino desde que me bajo del colectivo en Rivadavia hasta la facultad, recordé la salida al Tigre, con A., en enero de 1999 (yo era una nena! –él no-). Queríamos pasar el día pero decidimos quedarnos a dormir. Yo, que había mentido en casa, estaba con una pollera divina, pero muy incómoda para un fin de semana campestre. Antes de tomar la lancha colectiva recorrimos el barrio en busca de algún local donde comprar bombachas (yo quería tener otra bombacha!!!) y medias por si refrescaba a la noche. Recordé cómo era ese local de pijamas, camisones y ropa interior para la dama y el caballero. Nos vi parados junto al mostrador eligiendo mi bombacha.
...viene a mojarse los pies a la luna...