Cuando tenía 16 años y estaba en cuarto año, me enamoré de L.
Yo iba a un colegio que quedaba frente a la plaza de Tribunales. Recuerdo un 18 de julio, aniversario del atentado a la AMIA, acto en la plaza y yo allí. Ese mismo día, en el colegio había "jornadas", un día sin clases en el que los alumnos hacen diferentes actividades y muestras artísticas.
Salí del colegio para ir al acto de Memoria Activa en la plaza. Ahí lo vi. Y me gustó.
Para mi sorpresa, cuando terminó el acto, vi que él se dirigía hacia el colegio. Yo lo seguí, sonámbula. No podía creer que él también se dirigiera al Salón de Actos. Menos podía creer que una vez allí saludara con afecto a varios profesores. Se quedó en la puerta. Yo le hice señas a una amiga que me esperaba en las primeras filas: me quedo acá.
Pasaron varios años y algunas cosas no recuerdo. Supongo que quizá la “profesora copada” de física nos presentó. Sí sé que cuando L. se fue yo hablé de él con esa profesora y supe: 23, estudiante de Historia, ex alumno del colegio. La profesora dijo esas cosas que nos gusta escuchar: ese chico es para vos. Me pasó su número de teléfono y su dirección (¿?). A mis 16 años, era un peligro tener esos datos.
Todos los días yo tomaba el subte de Bulnes a Tribunales. Durante dos semanas me levanté antes para hacer una parada en Pueyrredón y dejarle sobres anónimos no con cartas de amor sino con cuentos míos y de otros que a mí me gustaban. Creía que si él se sentía tocado por esos envíos, el amor valía la pena.
En ese momento yo salía con un chico del que hoy casi no tengo recuerdos.
Llegaron las vacaciones de invierno y me enfermé. No pude dejarle más sobres. Llamé por teléfono y tuvimos más de una conversación. Él me parecía interesante, inteligente y además era muy guapo.
Era primavera y aunque para él nuestra relación no debía ser importante, salimos varias veces, a la tarde, a conversar en los bosques de Palermo o en algún café. Él fue quien me dijo que tenía que leer Rayuela. Ahí empecé con Cortázar.
Yo estaba fascinada. Dejé al chico con el que salía. Comprendí que quería otra cosa. Enamorarme de L. fue acceder a un mundo que estaba en mí y donde me quería quedar.
Es extraño. Hay gente con la que por momentos hay una energía. Yo no creo en eso, pero durante esos meses tuve varios encuentros casuales con L. Lo veía en la calle, en distintos barrios. Después la cosa se fue diluyendo. Mi energía se trasladó hacia otros lados y los encuentros se hicieron cada vez más esporádicos. Hace varios años que no lo veo. Ya no voy a los actos por el atentado a la AMIA.
...viene a mojarse los pies a la luna...