Por fin salir de la oficina y caminar las cinco cuadras para llegar a casa. Podrían ser diez o quince y estaría muy bien, caminaría un poco más todos los días, tendría una mejor dosis de cielo y de luz natural, y si hay tormenta, como esta semana, me tomaría un taxi de dos pesos con sesenta que para cinco cuadras es inútil, ni chicha ni limonada, y entonces lo único que podés hacer es salir en piloto y con paraguas y chapotear en las baldosas rotas de la calle.
Sentir el agua fría en las manos cuando me lavo. Poner agua para el mate. Bajar los mails al outlook y encontrar, como siempre a esta hora, a Seba en el msn. Cruzar unas palabras y seguir. Comunicadictos dicen por ahí. Es raro, estos días pienso en eso y en el tiempo, en los tiempos que corren, en la tecnología y en la comunicación. Pero no tengo nada nuevo para decir sobre eso. Sólo pienso y me impresiona. Todo es mucho. Parece imparable. Es tanto que ya es natural, y además me encanta, me parece necesario, hermoso, posible. Digo, comunicarme con los demás.
Sentir el agua fría en las manos cuando me lavo. Levantar la cabeza, mirarme al espejo. Hay días (como los terribles y los maravillosos) en que me siento horrible, y otros en que parezco linda. Dicen. Me dicen. Les creo. Lo siento. Quizá lo bueno de no ser "objetivamente" hermosa (ni horrible) es que hay días para todo, y eso, para el tema del aburrimiento, es mejor (buscando ventajas donde no las hay, buscando ventajas que las "objetivamente hermosas" no tienen que buscar, ja!). Estoy feliz y se nota en la belleza. Eso les pasa a todos, ¿no? La sonrisa irradia luz. No digo nada nuevo. No importa.
Dice M, dijo el jefe, dicen los compañeros de trabajo, las amigas y los amigos. Es el pelo, son los ojos, o qué. Estás linda. Estoy contenta. Tengo ganas de hacer cosas. Estoy híper contracturada y en en laburo no tengo un minuto. Pero estoy, igual, rechonchona de contenta, porque sí y por muchas cosas, porque el horóscopo no la pegó, porque me siento amada (M. por favor no me vengas justo ahora con cambio de planes) y porque quiero tanto a varios de los que tengo a mi alrededor que en días como hoy (y ya desde hace varios días) tengo ganas de estrujarlos en abrazos de los que cortan la respiración y contagian la energía.
A no pensar que es fugaz, frágil o efímero, que de los momentos de bajón no sale pensar eso, me digo ahora con dedo que señala, porque ya conozco lo que viene.