Lolamaar

miércoles, mayo 31, 2006

 

Todo empieza en un café

Una mujer y un hombre, después de verse alguna vez (o incluso sin haberse visto antes), se citan en un café. ¿Cuántas veces nos pasó esto? Volver a comenzar el juego. Buscar fechas y lugares coincidentes en la vida de cada uno para achicar las distancias y que la historia de cada cual empiece a ser una historia común. El club, una persona, el barrio, la escuela. Un trabajo. La facultad. Los deseos. Cualquier punto de nuestra vida que sea eco de la del otro es festejada por ambos porque entonces sí, quizá en ese lugar donde los dos estuvimos alguna vez o tantas veces sin habernos visto está la clave de lo que somos, vos y yo juntos, para siempre.
Pero ¿cuántas veces nos pasó esto? ¿Con cuántos hablé de calles y barrios, institutos de inglés o personas que quería que fueran personas en común? Parece la publicidad de Coca Ligth que pregunta cuántas veces se te escapó un te amo en la primer semana.
A mí nunca.
Me río cuando pienso en lo que encontré en común con cada uno. La más extraña: el incipiente country al que iba en familia durante los ´80, era una quinta gigante a la que iba A. veinte años años antes. Nos dimos cuenta de esto en un viaje en auto, hacia Bariloche supongo, mucho tiempo después de haber comenzado a estar juntos. Celebramos como niños ese lugar que de alguna forma habíamos compartido pese a los años de diferencia y pensamos que quizá allí había comenzado todo. Y es que cuanto más forzado mejor, como si la magia dependiera de la posibilidad de unir puntos como estrellas lejanas que parecen no tener nada que ver. Hurgar hasta encontrar aquello que permite explicar cierta cuestión predestinada que buscamos con obstinación cuando queremos encontrar razones para enamorarnos.
Entonces, en otro café, en otra historia, yo de pronto me convertía en ella. Aunque él, en ese momento, se sorprendiera porque no recordaba que esa chica sobre la que pensó ¿será ella? era yo que ahora hablaba frente a él, mirándolo a los ojos.
Y volvemos a empezar. Tejer redes que nos confirmen que sí para después, el tiempo que sea el tiempo después, volver a buscar razones para entender por qué no. Por qué ella no resultó ser la mujer de tu vida. Entonces ni el country de los años ochenta; ni el instituto de inglés; ni aquel encuentro casual sobre el que ahora él se impactaba.
Entre el aire y la tierra, pienso en la persona con la que no tengo ninguna estrella en común, ni la posibilidad de una historia demasiado mágica. Más bien, cosas de todos los días: una amiga en común, dos clases de teatro, y de ahí en más... Claro:
la cita en un café. Federico Lacroze y Alvarez Thomas.

 

Shhh...

Una sopa instantánea de calabaza y dos sanwiches de miga que sobraron del domingo, ahora tostados. Caetano Veloso y su Fina Estampa. Los martes la casa toda hace yoga y, por estilizado, el piso trece parece un piso veintitrés.
Estos días, en esta casa, se lee y se escribe más que de costumbre. Enamoramiento del texto. También se busca sin escribir. Y entonces recuerdo que en el primer café que tomamos juntas, una amiga dijo que aún sin escribir estamos escribiendo. Después, con otra amiga, repetimos varias veces eso que ella dijo, para recobrar la actividad aún cuando no estamos guardando nuevos archivos de word.
Estos días, en esta casa, hay silencio. Se acabó la reunión. Intimidad y reflexión. El refinamiento, como proceso de minuciosidad y rigor, empieza en cada uno para llegar al grupo.
Y otros diálogos.
Todo, mientras miro por la ventana intentando llegar a ver el balcón que me interesa.

martes, mayo 30, 2006

 

Agenda para el 31


Miércoles 31 de mayo
a la orilla en I-Sat.
La cita es a las 00.45 (noche del miércoles al jueves) y dura quince minutos.
http://www.i-sat.com.ar/scripts/institucional/index.php3?nota=/cortos

 

Cuando la buena onda es así...

Por un tema laboral llamo a una institución judía a la que fui durante muchos años y donde trabajé otros tantos. De todos modos, cuando llamo no digo nada (¿qué voy a decir?) a menos que me atienda alguien que puedo reconocer al teléfono (no pasa nunca). Cuando digo mi nombre y apellido, la señora que me atiende pregunta si tengo algo que ver con Dorita. Yo sé que esa tal Dorita es una persona "importante" en esa institución. De esas que uno conoce pero que nunca te registran. Digo que no, que no tengo nada ver (por otro lado, mi apellido es tan común...) y entonces la mujer dice: Ay, qué lástima, ella es una madre tan divina... Te la perdiste.
Y yo pensé, menos mal que mi madre también es divina, pero ¿y si no tenía madre? ¿y si no era divina? ¿y si en cambio era una golpeadora o una madre abandónica?
Bien por Dorita. Y también por mi mamá.

lunes, mayo 29, 2006

 

Cambio de ritmo

Estoy algo cansada. Del blog, sí. De que ya no me gusta demasiado o que las mediaciones son más fuertes que la posibilidad de escribir algo. Digo, a veces, no todos los días. Pienso que quizá cambie el ritmo. Que quizá el uso. El abuso. Son días de cambiar ritmos y frecuencias. Si no todo es mensual quizá no todo sea diario. Pienso en lo que hablamos el miércoles, entre todos, y que pareció que no me afectaba, cuando en realidad desde ese día, perdón, era el jueves, entonces desde el jueves, mi parte afectadita se expande y el viernes una angustia sin razón. Los espacios se redefinen y las búsquedas se reorientan. Empecé este post pensando en que sólo iba a escribir que quizá paro un poco. Que mejor escribir otra cosa. Más ficción. Entrenar por otro lado y por otro lado también es posible que siga acá día a día. Pero no sé. Por momentos ya no me gusta. Escribo evitando cosas más que diciendo lo que quiero. Y ese ejercicio, esa parte del experimento, no salió tan bien. Los ritmos y las frecuencias. Quién dice. Dónde estaremos en un año. Amigos míos, en estos días no dejo de pensar en ustedes.

 

Citas amorosas

En Sleepless en Seattle, Meg Ryan viaja a Seattle para conocer a Tom Hanks (que qué lindo estaba en ese momento y qué desmejorado se lo ve en los afiches del Código Da Vinci, entre sus últimas películas). Cuando se cruzan, ruta de por medio, ella sólo puede decir “Hola”, porque sabe que él es él y se queda sin palabras. Él sólo puede decir “Hola” porque de pronto, después de mucho tiempo, ve a una mujer que le parece hermosa.
Ella se sube al auto y se va. Yo cruzo Medrano, camino a casa. Y desde ese día, él la busca.

Ayer, sin vergüenza, dí este ejemplo para hablar de otra cosa (no es lo mismo pero es igual), y también me atreví a recordar en voz alta el momento en que Romeo se entera de que Julieta es Capuleto. Su amor, su enemigo: “mi único amor nace de mi único odio”. Balbuceo la cita.

Ni tanto amor ni tanto odio, y yo hoy, en silencio, recuerdo con pudor todo lo que dije ayer, sin ni siquiera estar borracha.

viernes, mayo 26, 2006

 

Poemas en la tormenta

Apenas puedo asomar la cabeza por sobre el agua de la inundación. Pataleo, respiro y vuelvo a hundirme. Glup, glup, glup. Anoche me dormí después de leer poemas de Martín Prieto (no vaya a ser que una vez en mi vida cambie el nombre propio) y pensando en tormentas de verano. El calor húmedo y tropical. Días y días en que no deja de llover sin que importe porque no hay que salir de casa, salvo para comprar alguna cosa rica o alquilar la película que queremos ver esta noche.
No entiendo el porqué de la ansiedad. La tensión del tequiero notequiero si ya sé que me querés. Me imagino las sustancias que circulan por el cerebro para hacer de mí está parálisis que ansía definiciones. Hija de psiquiatra pero nunca una pastilla.
Me dormí pensando en las tormentas de verano y en la sensación de caminar bajo la lluvia en musculosa. Chorrea el pelo mojado y el corpiño no alcanza para disimular el rastro del agua en el cuerpo. La tormenta de verano me llevó a una ciudad brasilera que no conozco. Caminar por las calles donde los demás hablan un idioma distinto que igual me es familiar. Desde chicos todos escuchamos alguna palabra de portugués, aunque no lo haya aprendido ni entienda nada.
Las calles desconocidas de esa ciudad brasilera me dan ganas de llorar. No encuentro la puerta de mi casa ni de tu casa. Y llueve mucho, hace calor. Podría ir a la playa pero no voy. No parece posible. Podría pensar la tristeza como el momento en que todo lo que era posible se vuelve imposible. Porque no puedo moverme. Y todo parece clausurado.
Glup Glup Glup, respiro cuando saco la cabeza del agua. Pero vuelvo a hundirme y me canso de flotar. Necesidad de rescate; ya no puedo con mi cuerpo y necesito que lo tome otro. Y haga por mí. Un rato, hasta que seque.
***
Un poema de Baja presión, de M. Prieto.
Lo que va de una cosa a la otra
Te fuiste, volviste, te volviste a ir.
En lugar de mensajes grabaste
en el contestador unas canciones
que debíamos descifrar, pero
te olvidaste de que el vigor
de un signo compuesto
a las seis de la mañana
no puede interpretarse igual
a las nueve de la noche,
y yo leía indiferencia donde había amor,
claridad en el agua turbia de un pantano.

miércoles, mayo 24, 2006

 

Alerta: prescindible

En casa ya hay computadora y biblioteca. Una reseña que no me sale. Dolor de espalda, de cabeza, y la panza. Cuando tomaba pastillas no sentía estos dolores ni este cansancio. Sí el frío. Siempre tengo frío. Cierro el libro. Me cambio para salir. Esto ayer. Hoy, ropa nueva. Cambio regalos del cumpleaños. Si escribo en primera o en tercera es lo mismo. Dice mi amigo S. Le creo y comparto. Todos lo creen. Primera o tercera es lo mismo. Y pienso que hay días más meta. Esos en que uno reflexiona sobre lo que hace o lo que escribe o sobre cómo lo escribe. Quizá porque no hay nada que contar uno se pone más meta. Son días de invierno. A veces sol pero casi todos grises. Desde la oficina más. Días grises con un leve matiz que tira hacia el rojo. Rojo corazón. Rojo sangre, mejor, para ser más exacta.
Y mentí. Ayer antes de salir, cuando cerré el libro, no me cambié. Hoy sí. Vuelvo a casa para cambiarme y salir. Una presentación en el MALBA, más tarde una fiesta. Y no tengo ganas de nada. En realidad quiero dormirme mientras alguien masajea mi espalda. El calor de la casa. La estufa encendida. Porque ya hay computadora, biblioteca y también estufa.
Ayer, cuando salí, sin cambiarme, fui a terapia. Después a yoga. En terapia, hablar de muchas cosas de esas que uno habla "cuando está todo bien" o "porque está todo bien". Entonces la analista me preguntó qué era la teoría literaria. Yo hablaba de mi orientación, de lo que me gustaba, de lo que leía con más voracidad cuando tenía diecisiete que ahora a los veinticuatro. De la materia que da el escritor joven y del domingo. Entonces me pregunto qué es la teoría literaria. Empecé por unos autores porque me era más fácil dar ejemplos que definir el objeto. Pero al final me salió. Y ella dijo que en el hecho de que me guste la teoría literaria podíamos encontrar cosas que hablaran de mí. ¿Más? ¿Más cosas? Oh my god. No sé si quiero. Pero ella no profundizó y yo no pregunté. Un día meta, dije. Y recuerdo los capítulos prescindibles que Cortázar escribió en Rayuela. Algunos estaban buenos. Otros no. Muchos eran meta. Y me olvidé a lo que iba...
Ah, sí. A veces tengo la tentación de escribir todas mentiras.

martes, mayo 23, 2006

 

¿Caminos?


Eso de que todos los caminos conducen a Roma... ¿Quién sabe? ¿Quién dijo? ¿Alguien pudo caminarlos todos y afirmar después? Hoy tengo que elegir uno. Emprender esa senda implica dejar las otras atrás, o paralelas a un costado. Quizá luego se abra otro atajo. ¿O los atajos para cambiarse de camino se abren todos los días? Camino, carrera, destino. No. Pienso que no. No son buenos términos para hablar de lo que pienso. No es metáfora productiva y quizá ni siquiera sirva pensar así. ¿Caminar hacia dónde? En la escuela enseñan más propiedades de la recta que del círculo. El cuento chino del amor. Los puntos infinitos. Resultado de la escolaridad y de tanto psicoanálisis. Igual hoy pienso que de todas las opciones, tengo que elegir una. Y espero que elijas una. Que elijamos la misma. Sino, voy a tener que ponerme a hacer dedo. Paradita en la ruta con minifalda para llegar rápido a ese otro camino que hoy no tomé. Pero no. Pienso que no...No son buenos términos para hablar de lo que pienso.

lunes, mayo 22, 2006

 

Domingo

Ella duerme sola en una cama de dos plazas. Entra la luz de domingo en la habitación. Sobre la otra almohada descansa un celular enchufado. Ella se despierta, mira la hora y gira. Son sólo las nueve y media de la mañana: quiere dormir más.
Poco después de las diez el celular vibra. Un mensaje de texto nuevo: "Buen día! Seguro estés durmiendo pero justo acá tengo señal. Te mando un beso! T."
Ella levanta el teléfono y marca un número.
--¡Hola! ¿Podés hablar?
--Sí, sí, ahora puedo...
--¿Cómo estás?
--Bien, pero cansado.
Suena el timbre.
--Te suena el timbre.
--Sí, pero no importa, no espero a nadie.
--¿Estás sola?
--Sí, claro...
Suena el timbre otra vez
--Ah. Te suena el timbre otra vez.
--Sí, no importa, no voy a atender. Contame de vos. ¿Dónde estás ahora? ¿Cuándo volvés?
--Bien, todo bien. A que ahora suena dos veces.
Suena el timbre dos veces.
--No entiendo...
--¿No vas a atender?
Silencio. Suena el timbre.
--No me digas que sos vos, no me hagas estos chistes, por favor te pido.
--Ahora suena otra vez.
Suena el timbre.
--Ay, ¿estás acá? ¿Volviste?
--Y subo, me están abriendo la puerta.

viernes, mayo 19, 2006

 

Gente de mundo*

*de ayer a la noche
Un amigo de mi equis está viajando por Europa hace algunos meses y se queda varios más. Antes, estuvo en Estados Unidos trabajando un poco de cualquier cosa para juntar dinero. El año pasado hizo lo mismo pero sin el avión que cruzara el Atlántico hacia las tierras más clásicas.
Una amiga mía se va en Septiembre a hacer un curso de cine en Israel. Quiere viajar y para cualquier judío es más o menos económico viajar a Israel con un plan más o menos institucional. Después yirará por Europa como ya hizo hace unos años.
Mi hermano vivió dos años es Israel y dos en Barcelona. Nunca pensó que no volvería.
Mi equis, en las últimas tres semanas, no pasó más de tres días en la ciudad.
Mi amigo nuevo se va este fin de semana.
El escritor joven da clases en el interior del país.
Todos viajeros de distintos viajes. Es cierto y no me quejo. El año pasado paseé por Nueva York (me valió casi una separación pero bueh, mejor suponer que nos hubiéramos separado de todos modos). En el 2000 visité a mi hermano en Israel. Pasé meses enteros en el sur.
Sin embargo, en los viajes, siempre quedaba parte de mí en Buenos Aires. Nunca desconectaba del todo. Si me iba sin pareja, en lugar de disfrutar de la libertad que podía sentir a miles de kilómetros, me preocupaba por los llamados y las posibilidades de chequear mails. Una tarada, sí. Además paseaba, claro. Iba a los museos correspondientes. Mis viajes siempre fueron muy correctos. Si había familia la visitaba, si había lugares típicos seguía las instrucciones precisas para llegar a ellos. Los viajes que recuerdo con más placer fueron el de Macchu Picchu y el de Uruguay. Nueva York también, pero por otras cosas.
A lo que voy es que por momentos me pregunto cómo no deseo EL viaje. Yirar por Europa, trabajar de cualquier cosa. Quisiera experimentar la fantasía del sexo fácil en otro continente con diversos hombres de aún más diversos orígenes. Quisiera ser lo suficientemente valiente para desafiar los itinerarios pre-establecidos y viajar sola por donde quiero en cada momento. Un subte que me lleve a ningún lugar de alguna ciudad. Un boliche y no tener pasado. Nacer ahí cada noche. Flashear ante cada nueva conversación. A esa idealización del viaje me refiero. En Nueva York lo intenté y por unos días lo viví. Creo que el viaje es un momento de aprendizaje necesario, pero a mí me resulta un aprendizaje de los que duelen, de esos que hay que pasar pero que cuestan demasiado.
A mí me tira el hogar: el lugar físico, los afectos, las actividades, los proyectos que tengo y los que no dejo de imaginar. En muchos momentos me creo una idiota por eso.
Cuando concreté la mudanza sabía que elegía la casa por sobre el viaje. Cuestiones económicas me impiden hacer todo. Yo elegía la casa y una amiga elegía el viaje. Yo gasto en artículos del hogar mientras ella ahorra cada centavo para llegar al pasaje y garantizar una buena estadía. No puedo todo y sé que viviendo sola con un sueldo medio, la posibilidad del viaje (ese viaje, a Europa, unos meses, por ejemplo) se vuelve más difícil. Sé que quizá me haya perdido algo que en algún momento me reclame. Sé, también, que no sé las vueltas de la vida.
Después de idealizar muchos viajes de otros (quizá por eso de desear lo que uno no tiene) y pensar los míos pero sin concretarlos (concretando otros, esos de dos semanas al destino posible) sé que desde hace mucho tiempo deseo mi casa y que hoy la tengo. Que adoro la ciudad donde vivo, y que hoy, esta noche, estoy inmensamente feliz porque por fin compré y me trajeron la nueva biblioteca.
Lo que se dice un alma sedentaria.
Con vuelo propio, por otro lado,
también.

 

Parámetros de la soledad

Miércoles: que se inunde la casa y que mis dos manos no alcancen para escurrir los dos trapos en el balde. Que no esté el encargado. Que me ayude el cerrajero-electricista- plomero del negocio de al lado.

Jueves: llegar a casa y querer cocinar y tomar vino. Intentar abrir el vino y no poder. Volver a intentar y no poder. Menudita sin fuerza. Volver a intentar. Bajar al minimercado todavía abierto (nueve y media de la noche) para comprar un sacacorchos de “los fáciles”. Tener diez pesos y que salga trece. Empezar a cocinar mirando el vino con deseo. La salsa estaría mucho más rica si le echara un chorrito. Atenta a los ruidos del ascensor después de tocar el timbre del peruano tres veces y que no contestara (claro, si estuviera, yo escucharía los gemidos de su mujer). Cebolla cortada y ruido de ascensor. Abrir la puerta y ver al vecino que se parece a A.: ¿me podés abrir el vino? Tengo que cocinar y no puedo... (para que no piense que soy borracha: sola y quiere tomar vino). Es fácil, dice. Apenas manipula el sacacorchos y lo abre. Cara de póker. Gracias y chau. Antes, el vecino aclara que da clases martes y jueves (???). Ok.

Oh casualidad, te fuiste el martes.

Recordatorio de consuelo: no te gusta el vino.

jueves, mayo 18, 2006

 

Nuevo número: 26

el interpretador
literatura, arte y pensamiento
mayo 2006
nº 26
www.elinterpretador.net

miércoles, mayo 17, 2006

 

Marea alta

Me río del que dice que escribo y pienso chorreando grasa sin entender por qué se sorprende, si es que se sorprende, si yo nunca dije lo contrario ni pretendí otra cosa. Me lamento por esa discusión que no discute nada , por haber servido para la hinchada que intenta gritar pero queda muda. Ni banderas ni eslóganes. Ni te quiero ni te odio. Apaguemos la computadora y vayamos a leer (y ahorremos todos toditos esos comentarios).
En cambio lloro, hoy, cuando abro la cortina de la bañera, ya bañada y ahora mojada, desnuda, y veo todo el baño inundado, la rejilla derramada y maldigo que se me caiga tanto el pelo, tanto, tanto, que sea razón para inundar mi casa. Abro la puerta del baño, no sin antes entoallarme como puedo, y confirmo que el agua también llegó a mi habitación. ¿Dos centímetros? Creo que sí. Levanto el acolchado verde, me pongo las ojotas y no sé por dónde empezar. Hoy tengo un parcial y en la oficina me dieron el día. Tengo un parcial. Tengo que estudiar muchísimo. No puedo escurrir agua del trapo todo el día.
Llamo a mi mamá y no me da vergüenza. Se me inundó la casa. Obviamente: ponete a secar. Sí, claro. Buscá al encargado. Un plomero a destapar. Que pague el consorcio.
Me visto y bajo pero el portero no está (te digo portero porque no estabas para salvarme; "encargado" es demasiado). Le pido ayuda al señor de la ferretería de al lado, ese que arregla todo. Viene, destapa, no quiere cobrarme. Mientras, trapo y escurro, dos baldes de agua y también baja la desesperación.
Este tipo de imprevistos me hace sentir desprotegida. Lo extraño es que antes no me pasaba (la sensación, no los imprevistos), porque tampoco estabas allí para protegerme.
El poder de la imaginación: de todos modos hubiera sido lo mismo.

martes, mayo 16, 2006

 

Derivas de atardecer

Me gusta el color del atardecer en las paredes. Narajas, amarillas, rojas y si los rayos chocan con el placard violeta, la pared se vuelve luz lila. Es color nostalgia, un poco, pero me gusta. A esa hora, extraño tener una gata. Después pienso que no podría ni mantenerla ni hacerme cargo. Mientras tanto, el jueves me entregan la biblioteca. Rechonchos los libros, ocuparán por fin su lugar. En este cumpleaños, se depuró y se renovó la lista. Más bajas que altas, y algunos potenciales que no llegaron a tocar el timbre porque no les di la dirección. La luz del atardecer es como vos cuando estás en tránsito (ahora, todos estos días): se queda un ratito, embellece la casa y se va con la promesa de volver.

lunes, mayo 15, 2006

 

El día en que elijo creer

Lunes. Ayer tu llegada y mañana otra partida: despedida y juego sin vencedores. Próxima posta, en ocho o diez días. Pero bien. A mí la distancia no me asusta. Amor y distancia entraron en mi vida a los diecisiete años y podrían ser los ejes de análisis de esta historia si fuera (sólo) un texto. Juro que no me gusta demasiado estar sola pero también que en estos días la estoy pasando muy bien.
Hoy a la mañana, un acto institucional de la organización con todo el comité internacional. Pregunto qué caras corresponden con esos nombres que veo en correos electrónicos y a quienes les mando videos por fedex. Me dicen que ahí está H.S y no sólo eso, sino que él, ese viejito que está ahí y que es millonario, es el dueño de Starbucks, esa cadena de cafeterías que me albergó durante los diez días que caminé Nueva York. Pienso es un millonario de verdad. También algo así como ¡el dueño de Starbucks es judío! Pienso que es casi un famoso para mí. Quisiera ir a decirle algo, pero no puedo decir que sé lo que sé. Por otro lado, se me acerca el Director de Todo, el de la sede de París y me saluda como si fuéramos viejos amigos, ahora que soy the Marketing Coordinator. Le pregunto qué tal la presentación de hoy, y si salió bien la proyección del video en Mar del Plata. Todo excelente. Y me pregunto para qué antes eran cinco y un jefe si ahora estoy solita con mi alma armándoles todo lo que piden y les encanta. Pienso esto y recuerdo lo bajo (bajísimo) que es mi sueldo. Lo comparo en dólares con lo que debe ganar un bakery o un coffee boy de Starbucks y me deprimo. ¿Cómo me veo en NY, sirviendo café y ganando más que en Buenos Aires? Salidas fáciles. A la semana daría interminables pataleos para volver. Entonces no, no me acerco a H.S para decirle lo buena que soy atendiendo al público. En cambio, se acerca a mí otro compañero de trabajo que explota el globo de la fantasía: el dueño de Starbucks también se llama H.S pero no es este que está aquí entre nosotros.
¿Por qué? ¿Por qué esta palabra es más calificada que la anterior? Tanto la primera como la última afirmación podrían ser verdaderas y falsas. Recuerdo los juegos de ingenio que te preguntan cómo dos cosas aparentemente opuestas pueden ser verdaderas. En este caso "es o no es". No puede ser "es y no es". O sí (pero no me voy a poner a filosofar).
Hoy me divierte creer. Entonces creo.

sábado, mayo 13, 2006

 

24 años

De mi cumpleaños pasado mi mamá dijo que probablemente era el último que pasaba en "casa". Y así fue. Yo había comenzado hacía poco a trabajar donde trabajo y las ocho horas diarias sólo valían su esfuerzo por el proyecto de mudarme en pocos meses. Esperé más de lo que mi ansiedad quería y ahora estoy convencida de que fue el tiempo justo.
Cumplo 24 en mi todavía casa nueva. Ahora estoy sola, con una computadora que me traje de la oficina y que tengo conmigo hasta el lunes. Miro la calle, no hay tránsito.
El primero en venir a este lugar fue mi amigo S., dos o tres horas después de que viniésemos con mi papá a conocer el departamento. Trajo una merienda que tomamos en el piso. Era 30 de diciembre. Un año después de Cromagnon.
Hoy S. fue el primero en estar aquí, llegado pasadas las once para cenar conmigo antes de ir con su chica y darme el abrazo justo a la hora señalada, además del café con chocolate. También, el llamado de la amiga y el mensaje del nuevo amigo.
Vos, allá lejos, no tenés señal. Pero llegó tu mail. Y mi sonrisa.
Hoy descubrí, como bien venías diciendo, que no puedo andar desnuda por la casa así como así porque aunque las ventanas vecinas estén a no menos de cien metros, se ve igual. No estaba desnuda, pero sí bailando a lo loco, cantando las canciones de rock nacional que sabemos todos, cuando me di cuenta de que allí enfrente, en un balcón no muy cercano, un hombre miraba en esta dirección. El principio por el que me rijo es: si lo estoy viendo él me ve. No? Pronto salió una mujer, creo que se abrazaron. Imaginé que podían tener un telescopio. Vi a otro vecino contiguo a ellos, también en su ventana. Pensé en si ya me habrían visto en bombacha o no. Pero no importa. Los detalles no los veo. Supongo que ellos tampoco ven.
Ayer mandé un mail que fue respondido más rápido de lo que pensaba. Quizá ser de
el interpretador no sea tan terrible. O no razón suficiente para el silencio definitivo. No sé.
Son las dos de la mañana y estoy tranquila, en mi casa, con las fotos nuevas y las viejas en la memoria. Cumplo años y no puedo evitar hacer un no tan pequeño balance de las cosas que pasaron, de la gente que me rodea, de las expectativas que tengo hacia adelante. Ayer hablé con A., no hablaba hacía meses. En el ascensor recordé a mi novio de los quince. También pensé en él y en que deseo, de verdad, que esté bien. Antes, había encontrado fotos tuyas, perdidas en un DVD, donde te veía trabajando. No tardé en recordar qué de vos me gusta tanto, y asegurarme de que cuando hay pasión en lo que uno hace, uno mismo se embellece con eso.
Son más de las dos de la mañana, parte de este post ya se me borró dos veces, pero aún así sigo escribiendo, y digo, por tercera vez, que estoy contenta de estar sola, ahora, aquí. Que cumplo 24 años en esta casa silenciosa poblada de voces, de música y de vestidos de colores. Escucho la carcajada de mi sobrina y pienso en cuando no sabía que podía querer tanto a alguien tan chiquito que no es hijo mío. No quiero que sufras, chiquitita, y sí que estemos juntas, jugando toda la vida.
Es 13 de mayo. Vamos a soplar las velas.
Un guiño al espejo, antes de abrir la puerta para que pasen los invitados.
Salud!

viernes, mayo 12, 2006

 

Escenas literarias

Me encuentro con el chico al que veo cada tanto en lugares varios y esta vez, en lugar de mirarnos y a lo sumo decir "hola", alguien nos presenta, y con la presentación, el silencio definitivo. Soy de el interpretador y con algunos eso no funciona. Una lástima, pienso, pero no vuelvo a mi casa, en parte porque si decidiera volver tendría que tomar el mismo colectivo que él (sé que vivo a la vuelta de su casa) y porque la cena promete ser pintoresca.
Desde la punta de la mesa me pierdo lo más importante de las conversaciones. Apenas cruzo palabras con el hijo del escritor y con el escritor, que no tarda demasiado en hablar de mis tetas y decir que las prefiere así, chiquitas y nunca pero nunca siliconadas. Incluso saca un libro de su maletín, reciente reedición europea de un relato muy conocido, y me lo dedica a mí ("la Marina -de guerra-...") y a las chiquitas que me acompañan ("...y sus tetitas punk."). Curiosidad que dormirá en la biblioteca y, juro, no en mi cama.
El escritor pregunta por una amiga mía y lamenta su -eterna- ausencia. Me regala un saquito de té verde después de que yo rechazara ir a tomarlo a su casa o invitarlo a la mía, pagamos y nos vamos.
En palermo viejo, en Santa Rosa y Borges, hay un santuario de la difunta correa. Un académico dice que es la madre de Facundo. Otro repara en la distancia que hay entre La Rioja y San Juan y con poco rigor, de todos modos se decide que la difunta bien podría ser una mujer importante en la tradición de la Literatura Argentina.
En palermo viejo, en Santa Rosa y Borges, hay un santuario de la difunta correa. Y mientras los literatos filosofan sobre el linaje y lo nacional, la virgen duerme ahogada en el pis de los perros cool.

jueves, mayo 11, 2006

 

Los chicos crecen y los grandes temen

A veces también me canso de romanticismos. No todo es lo mismo ni nada es igual. Los ´90, el 2001, los poetas. ¿Qué pasa que les dicen nenitos? Qué pasa poeta del ´90 que necesitás nombrar de ese modo a los únicos que están pensando y escribiendo con pluma irreverente y tomas de posición sobre la producción poética de la década del ´90 y de mucho más acá también. Porque tienen (tenemos) veintiuno, veintidos, veintitrés y si somos grandes estamos por cumplir veinticuatro.
"La adorable Anita Mazzoni", dice Casas como si hablara de una hermana menor. Los chicos crecen y prefieren leer a hacerse amigos nuevos. No les importa "conocerse" (Casas remarca a quiénes de esos nenitos él conoce), ni dejan de hablar (y leer) enmudecidos por esos lazos sociales. Seguramente unos y otros puedan disentir con sus lecturas y conclusiones, pero vendría bien, en principio, leerlas y dejar de menospreciar tan temerosamente a quien viene atrás de uno. Qué es sino valorar (sólo) el entusiasmo y la garra para no hablar de las ideas. Quisiera ver tus revelaciones.
En fin, una defensa que no contempla que la crítica de Selci-Mazzoni-Kesselman se hace a posteriori sobre lo que presenta la editorial y no opina sobre las intenciones previas (si el cartón y la fotocopia eran la única posibilidad una vez caído De la Rúa y venida la devaluación y si la editorial nació de "una necesidad o una elucubración"). En todo caso, habrá que ver qué hay de lo que quería ser Eloísa Cartonera, qué es, cuál es su estetización y sí, también, su ideología. Yo sí creo que las ideologías permiten pensar.
Y que por más posmo que se quiera ser, lo que hacemos va y viene desde, hacia y con ideología.

miércoles, mayo 10, 2006

 

Re-avivar

¿Cómo puede ser que habiéndome separado hace ya tanto tiempo de A. todavía sueñe con él al menos una vez por semana? Muchas veces el despertar de esos sueños es alivio, o es tranquilidad por haberlo visto, o es como volver de una visita a casa. Otras veces, desde que vive con una mujer, sueño con él y esa mujer que no conozco. La imagino hermosa o no tan linda. Simpática (a veces cenamos todos juntos) o un poco enferma como la ex de A. anterior a mí.
En estos días que, como en aquellos, me despido y me reencuentro para volverme a despedir sin tiempo suficiente para acostumbrarme a tu presencia, los encuentros en sueños con A. reavivan la sensación de que todo se desvanecerá en pocos minutos, con la salida del próximo micro.

martes, mayo 09, 2006

 

Vestidos de colores

Justo ahora que otra vez vas a irte, baja el nivel de stress en la oficina y mi compañero A., el que me abraza cuando estás lejos y yo estoy triste, también se va (pensamos que no iba a irse, que tomaríamos mate todas las tardes de aquí al lunes, como en las mejores oficinas públicas) a ese Congreso al que van casi todos y para el que trabajamos tanto. La oficina queda desierta, más desierta sin abrazos, y yo prometo usar el tiempo libre para estudiar cuando sé que en verdad voy a querer planificar mi fiesta de cumpleaños.
Abro la casilla de correo para enterarme de que una compañera de secundario se casa en abril de 2007 con el novio con el que sale desde 1998. Estábamos en cuarto año y ella empezaba el noviazgo al tiempo que yo encaraba mi primer separación, mucho más sencilla que las que vinieron después (no te quiero más, ya no podemos crecer juntos, dije casi a modo de receta cuando en verdad estaba enamoradísima de otro con el que nunca pasó nada).
Pienso que llevamos casi el mismo tiempo de novias, aunque en estos ocho años de ella con su único novio yo tuve como tres o cuatro (de los "serios"). Supongo que se casarán por templo y harán una linda fiesta. Por momentos imagino cómo sería mi vida si me casara con el novio de los diecisiete o dieciocho y entonces recuerdo que la relación que comencé a los dieciocho fue la más complicada que tuve. Nunca fui fácil.
Me doy cuenta de que equiparo toda la vida con un primer novio a la fe religiosa. Yo ni primer novio ni creer en Dios. Muy superada pero también el temor de ser soltera y desprotegida for ever. Esto tampoco puedo evitarlo: pasión por el riesgo. Ir a ojos cerrados justo a esos lugares de los que no sé nada. Y odiarme porque me sé controladora pero imantada a los imprevistos.
Mis vestidos nunca fueron ni serán blancos.

lunes, mayo 08, 2006

 

Re-percusión

Después de un viernes que empezó un poco a los golpes y un fin de semana de tranquilidad, pienso en lo difícil de llevar algo así como un diario en el blog. Si bien siempre hay un recorte, una perspectiva y un modo de construir lo que se cuenta, eso mismo que elijo contar soy yo y trae sus repercusiones, a veces gratificantes, otras veces difíciles. Quizá un blog-diario se complementa bien con una identidad-anónimo. Pero tampoco me interesa. Hago de esto un experimento. Escribir todos los días a veces sale mejor y a veces peor. Hay días que no pasa nada, y otros en los que pasa de todo. Muchas veces eso que pasa o no pasa no se contabiliza por lo realmente sucedido sino por mi posibilidad de contarlo. Eso de contar esa tarde en la que no pasó nada hasta el mínimo detalle. O de no tener lo que decir sobre esa noche de la que podría contarse tanto.
El sábado: la fiesta, los disfraces de lejano oeste, los novios enfundados en un caballo de goma eva, y ¿hace cuánto salen? hace tres años. El disfraz artesanal y minucioso, para guardar los besos y risas que excedían el atuendo. Las chicas que asociamos "lejano oeste" con camisas de cuadros anudadas bajo las tetas y querer sacarnos la remera de abajo cuando madonna nos daba ya tanto calor (pero no, me da vergüenza). Sex on the beach y volver a casa en taxi, después de haber perdido en otro taxi el monedero con la cédula y el dinero estipulado para la salida. Dormirme a las cinco de la mañana. El celular a las siete. Estoy en casa.
No puedo hablar de cosas que no me interesan o de sucesos que no me tocan. Tampoco me sale escribir post-debates sobre cierta realidad, política, o acontecimientos públicos. Aunque me dé envidia de quienes lo hacen y lo hacen bien.
Y mucho bla bla bla, ética de blog, no hablar de otros con nombre y apellido, construir una voz, en el mejor de los casos un distanciamiento, etc. Me pongo a pensar y no hay tantos blogs que se hayan sostenido como diarios. Algunos sí. De esos algunos, un par me gustan mucho.
Hoy quisiera escribir escondida en un pasamontañas. Que no se dé cuenta de que soy yo. O que mis palabras se vuelvan aéreas, sin peso, sin importancia. Quisiera que no duela. Pero no puedo evitarlo.

viernes, mayo 05, 2006

 

Re-volver

Es difícil re-armarse re-amarse. Puede ser hermoso pero también es difícil. Lo delicado le da aura a las cosas más mínimas, pero el riesgo acecha y a veces paraliza. ¿Cómo volver? Si supiera... El otro día una amiga dijo que mejor no volver sino reinventar. Pero somos los mismos. También somos otros.
La semana termina con un stress laboral fuera de lo común. Creo que ayer fue la primer noche que me dormí y desperté pensando en la oficina, en las tareas pendientes, en la tensión que se percibe estos días por acá.
Por otro lado, ayer a la tarde, fui feliz llevando una factura por un trabajo de "escritora profesional" a una productora no tan independiente. Un dinero extra para un trabajo extra que querría sea mi trabajo de todos los días. Después compré algunas cositas para mi casa, los ravioles y la carne para la salsa bolognesa.
En casa empecé a leer un libro de poesía que tengo que reseñar y todo era armonía: la música, los colores, el libro y la ciudad a los pies.
Entonces el cine, temblar en la sala con la última de Caetano y decretar que la próxima me toca (¿nos toca?) una película romántica.
Es hermoso y es difícil. ¿Quizá porque si no es difícil para qué todo? Quisiera disfrutar de que sea simple. No imponer obligaciones, no inventarlas si no hay. Ser la garante de tu tranquilidad y tu placer. Y vos mi garante.

jueves, mayo 04, 2006

 

Maar vale millones

Ella es Dora Maar, y su retrato Dora Maar au chat fue vendido
en Sotheby´s a 95,2 millones de dólares.
¿Correré alguna vez suerte semejante a la de mi homenajeada?
Hablo de los millones, porque pobre Dora Maar: la fotógrafa a quien Pablo Picasso retrató y maltrató durante los diez años de relación y quien terminara mística
en un manicomio después del abandono del pintor.


miércoles, mayo 03, 2006

 

poemas para hoy

Cuando no tengo nada para decir, cuando no sale otra cosa más que silencio, sólo quiero leer poesía. El jardín hecho pedazos fue un buen hallazgo.
Además, recordé este poema de Beckett:

CASCANDO
1
por qué no meramente no esperar
la ocasión de
desahogarse
no es mejor abortar que ser estéril
son tan opresivas las horas cuando te vas
siempre empiezan a arrastrar demasiado pronto
las dragas arañando ciegamente el lecho de privación
rescatando los huesos los viejos amores
cuencas una vez llenas con ojos como los tuyos
siempre es mejor demasiado pronto que nunca
la negra ausencia salpicando las caras
diciendo otra vez nueve días nunca flotó lo amado
ni nueve meses
ni nueve vidas
2
diciendo otra vez
si no me enseñas no aprenderé
diciendo otra vez hay una última
incluso de las últimas veces
las últimas veces de pedir
las últimas veces de amar
de no saber de simular
una última incluso de las últimas veces de decir
si no me amas no seré amado
si no te amo no amaré
palabras rancias batiéndose de nuevo en el corazón
amor amor el golpeteo de la vieja paleta
machacando el suero inalterable
de las palabras
aterrado otra vez
de no amar
de amar y tú no
de ser amado y no por ti
de saber no saber simular
simular
yo y todos los otros que te amen
si te aman
3
a menos que te amen

martes, mayo 02, 2006

 

En Buenos Aires

Soy muy ansiosa. No me olvido de nada, estoy atenta a los detalles. Mi alma estoyentodo puede llegar a lo insoportable:
--¿compraste...?
o
--pero ese día es el cumpleaños de tu mamá...
Aunque como productora podría funcionar genial (y lo sabés).
También hay ansiedades lindas. La de hoy me hizo acordar a cuando esperaba la llegada de A. Él vivía en Neuquén y cada encuentro era planeado, entonces depiladora, ropa interior, alguna prenda nueva, que si estoy hinchada, que qué me voy a poner, y si hace frío qué, ¿y si hace calor?.
Hoy es algo así pero distinto.
Por fin volviste.
Y vivís en esta ciudad.

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